PERSISTENTE DÉFICIT DE FORMACIÓN

Suspenso general en inglés

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / JOSEP SAURÍ / Barcelona

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Lo del ya tristemente célebre «'relaxing cup of' café con leche» de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella'relaxing cup of' Ana Botella, en el fiasco olímpico de Buenos Aires es cualquier cosa menos un hecho aislado. Por mucho que su asesor de comunicación estadounidense, con el que estuvo tres semanas preparando el discurso, se atribuya la autoría de la frase de marras y sostenga que el inglés de Botella es «excelente, encantador y fácil de entender». Solo hace falta echar un vistazo en Youtube, donde se amontonan los vídeos sonrojantes de personajes públicos españoles batallando a brazo partido -y con suerte muy desigual- con la lengua franca del mundo globalizado. Con abundancia de políticos de primera fila y mención especial para sus máximos representantes: presidente y expresidentes del Gobierno.

Brillan con luz propia el «'it's very difficult' todo esto» que soltó Mariano Rajoy al primer ministro británico, David Cameron, en una cumbre europea en noviembre, o el más que conciso «'thank you'» con el que José Luis Rodríguez Zapatero dio por respondida la pregunta de una periodista sobre cómo habían ido sus conversaciones con el entonces 'premier', Tony Blair, en el 2005. Por no hablar de las desazonadoras imágenes de soledad del propio Zapatero, aislado por la barrera idiomática de los corrillos en el G-20 o en la OTAN. Y es que en francés -lengua que sí usaba con cierta soltura Felipe González- la cosa no le iba mucho mejor, como atestigua su memorable discurso en París ante la Asamblea Nacional.

Pero hay más, mucho más: las primeras clases magistrales de José María Aznar en Georgetown -luego mejoró-, el discurso del banquero Emilio Botín para la gala de los premios de la revista británica 'Euromoney' («'Gut íbinin tu ebriuán'»)… La lista es larga y desoladora.

Excepciones las ha habido y las hay, claro, como Esperanza Aguirre -con 'truco': de pequeña estudió en un colegio británico en Madrid--, los políglotas Leopoldo Calvo-Sotelo, Jordi Pujol y Pasqual Maragall o el propio Artur Mas, quien hace gala de un inglés más que correcto en su promoción de la 'catalan way' ante la prensa extranjera; entre muchos otros. Pero, a pesar de tratarse de una carencia cada vez peor vista, el dominio de idiomas sigue siendo un hueso, una asignatura pendiente para buena parte de nuestros próceres. Y en eso, como en tantas otras cosas, estos personajes públicos no son sino un reflejo de la sociedad que los ha generado y los ha aupado al candelero. Lo dijo el propio Rajoy en 'Tengo una pregunta para usted': «No, no hablo inglés, como la práctica totalidad de la gente de mi generación».

FURGÓN DE COLA EUROPEO / Las estadísticas de la UE confirman que España viaja en el furgón de cola de Europa en conocimiento de idiomas. Así, según el Eurobarómetro del 2012, solo el 22% de los españoles hablan inglés (la media europea es del 38%), por mucho que el 82% crea que le convendría. Los que hablan al menos una lengua además de la materna (46%) tampoco alcanzan el promedio de la UE (54%), ni siquiera con el empujón que suponen las comunidades con dos idiomas oficiales. Por detrás, aparte de los anglófonos Reino Unido e Irlanda, solo quedan Portugal, Italia y Hungría.

Otro estudio del Consejo de Europa, también del 2012, situaba por debajo únicamente a Francia y el Reino Unido. «¿Por qué? Pues porque los tres somos países con lenguas fuertes, que nos permiten sobrevivir en el mundo sin tener que hablar otra cosa», argumenta Cristina Escobar, profesora de Didáctica de la Lengua Inglesa en la UAB.

Sin embargo, algo está cambiando: la primera generación de estudiantes de inglés en la escuela, la que rompió con el ostracismo de la lengua de Shakespeare en España, ya es adulta y anima a sus hijos a aprenderla (y dominarla). Tras los casi 40 años de dictadura, que alejó al inglés de las aulas en favor del francés, fue necesario entrar en la CEE para que España se pusiera a estudiar idiomas.

LOS JÓVENES, CADA VEZ MEJOR / Pero si el estudio del inglés se ha disparado en los últimos cinco años, como confirma la profesora del British Council Carme Puig, es también por la necesidad de muchas personas de mejorar sus posibilidades de encontrar empleo o, en último extremo, de prepararse para emigrar. Eso sí, los jóvenes «llegan cada vez con mejor nivel de base», destaca Puig.

Aunque la situación hoy es pues «bastante mejor» que la de hace 15 años, prosigue Escobar, «lo cierto es que todavía queda mucho margen de progresión». «Hay que aumentar la exposición al inglés, que aún hoy es muy baja entre los más pequeños», insiste. La de los adolescentes sí aumenta, sobre todo «gracias a la música y a internet».

En todo caso, más allá de si domina o no el inglés y de su pronunciación, lo que hizo la alcaldesa Botella en su presentación olímpica «fue poner de manifiesto otro de los déficits educativos en España: la oratoria, las exposiciones orales en público», afirma Escobar. A diferencia de otros países, como los de tradición anglosajona, «ese es un aspecto que la escuela tiene totalmente descuidado y a los españoles, cuando salimos fuera, se nos nota mucho», sentencia la pedagoga.