Los acuerdos de gobierno

La 'sociovergencia' es la alianza favorita, y el tripartito, la última

JOSE RICO
BARCELONA

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Profetizaba CiU en el 2007 que el tripartito había comenzado a morir por Barcelona. Interpretaban así los nacionalistas la finta de ERC para no reeditar la alianza con el PSC e ICV-EUiA en el ayuntamiento, que la consideraban la primera ficha caída del dominó desplegado por las izquierdas en la Generalitat. Cuatro años después, Convergència ha sacudido el tablero en las autonómicas y parece que, sociológicamente hablando, también a escala municipal. Los barceloneses han dado un vuelco a sus preferencias de gobierno y han situado los pactos de izquierda como el último recurso en cuanto a acuerdos poselectorales. Al no otorgarle la mayoría absoluta, los ciudadanos prefieren que Xavier Trias busque un aliado estable. El obstáculo es que no tendrá demasiados candidatos: PSC o PP. La mayoría se decanta, de largo, por el único pacto que parece descartado por sus protagonistas: la sociovergencia.

En número de regidores, el bajón de los actuales socios de gobierno en el consistorio y de ERC se ceba con los socialistas. Pero en alianzas la peor parte se la lleva ICV-EUiA, ya que sus dos fórmulas para seguir en el Ejecutivo local, el bipartito actual (12,1%) y el tripartito anterior (8,6%), son la cuarta y la quinta opción, respectivamente, para los barceloneses. El PSC y Esquerra podrían sobrevivir con sendos acuerdos con CiU, mejor vistos por la ciudadanía, según el sondeo preelectoral de EL PERIÓDICO. Uno de cada cuatro encuestados (26,3%) apuesta por la sociovergencia. El 19% de los ciudadanos prefieren el pacto CiU-ERC.

Sin embargo, los republicanos no tienen, hoy por hoy, motivos para la esperanza, puesto que les faltaría un edil para poder sumar mayoría con Trias. En la horquilla más alta, CiU obtendría 17 concejales y el candidato de ERC, Jordi Portabella, sacaría tres. La mayoría absoluta requiere 21 regidores. Cualquier Gobierno en minoría de la federación nacionalista se expone al riesgo de una pinza del resto de los partidos que le haga perder votaciones. Esa amenaza, de hecho, ya existe actualmente -el PSC e ICV-EUiA suman 18 ediles-, pero dispone del colchón conciliador de Esquerra en momentos clave.

Tanto la sociovergencia como el frente soberanista serían inéditos en la política catalana, y más en una Barcelona dirigida por los socialistas desde hace 32 años, pero la opción de ERC es la preferida por la tercera parte de los votantes de CiU (33,1%). Fiel a los equilibrios que la federación suele hacer para pescar votos en todos los caladeros, en el electorado nacionalista conviven de forma ponderada partidarios de la alianza con el PSC (27,8%) y votantes que no le hacen ascos al PP (21,1%).

COMPAÑEROS DE TRIAS / Evidentemente, los simpatizantes del popular Alberto Fernández Díaz se abrazan con fervor al pacto con Trias (80%). En porcentaje global, solo el 15% de los encuestados verían bien este acuerdo. El alcaldable nacionalista también es el socio preferido por los votantes de ERC (61,5%), que no se plantean en absoluto regresar a la fórmula tripartita. Solo el 11,5% de los independentistas avalan como primera opción al PSC e ICV-EUiA.

El electorado socialista parece buscar también un revulsivo. El desgaste de la fórmula vigente hace que un tercio de sus votantes (36,1%) apoyen que Jordi Hereu vaya de la mano de Trias -como este último de alcalde, se entiende-. El 22% opta por reeditar la alianza con el ecosocialista Ricard Gomà. Pero, de nuevo, los anhelos chocan con la realidad. PSC e ICV-EUiA suman, en el mejor de los casos, 16 concejales, dos menos que ahora, pero la mayoría absoluta CiU-PP (24 ediles) tumba cualquier opción de conservar la actual composición del Gabinete. Un varapalo para más de la mitad de los votantes de Iniciativa (57,2%), que ansían mantener un Ejecutivo de izquierdas en la capital catalana cuatro años más.

Y es que el fotograma barcelonés se ha girado como un calcetín. Pocos días antes de las elecciones del 2007, el tripartito era la alianza que más gustaba y aventajaba a la sociovergencia. Los pactos de CiU con ERC o el PP eran las últimas preferencias. Claro que, por aquel entonces, el tripartito acababa de ganar la segunda partida de dominó.