EL VEREDICTO DE LAS URNAS

Sánchez quiere gobernar

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, en la rueda de prensa ofrecida tras su cita con Rajoy.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, en la rueda de prensa ofrecida tras su cita con Rajoy. / periodico

G. ROBLES / I. MÁRMOL / J.R. SIERRA / MADRID

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Dos nuevas certezas en el complejísimo panorama político español: Pedro Sánchez tratará en el corto plazo de que la presidencia del Congreso sea para un socialista (o en su defecto para un diputado que él decida, previo pacto con otra fuerza política). Y, pasadas las semanas, intentará también convertirse en el nuevo inquilino de La Moncloa si Mariano Rajoy no logra apoyos en su investidura. Para que se cumpla su primer deseo, el de momento jefe de la oposición lo tiene fácil gracias a un reglamento que regula la vida parlamentaria y que, para elegir a su presidente, favorece a uno de los grupos con más escaños -siempre que no haya mayoría absoluta-, fundamentalmente al que menos recelos despierte entre el resto de grupos. El PSOE parece tener, a priori, bastantes más opciones de imponer su criterio que el PP.

En cuanto al segundo de sus anhelos, el de convertirse en el jefe del Ejecutivo de la décimo primera legislatura, la cosa es algo más enrevesada, aunque Sánchez lo cree factible. Tiene que aguardar a comprobar -cortesía institucional obliga, según los socialistas- si Rajoy suma o no a sus 123 diputados los avales suficientes o abstenciones para ser investido en alguno de los plenos que, en principio, se convocarán con ese fin en los próximos meses.

Si como se vislumbra el ahora presidente en funciones se queda con las ganas, una vez que el propio Sánchez le confirmó en la reunión que ambos mantuvieron este martes en La Moncloa que "las posibilidades de acuerdo" entre PSOE y PP "son nulas", tocará llamar a la puerta de Podemos.

NUEVAS ELECCIONES, LA PEOR OPCIÓN

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"Los socialistas vamos a trabajar para que haya un Gobierno de cambio, progresista y con capacidad de diálogo", señaló ante la prensa Sánchez, y aunque no llegó a mencionar a Podemos, de facto ha trasladado ya toda la presión sobre los hombros de Pablo Iglesias al pedirle que retire la propuesta de referéndum como condición para llegar a un pacto de gobernabilidad. "La solución al conflicto de Catalunya se llama reforma de la Constitución", insistió. Iglesias no está por la labor. En declaraciones a este diario, alegó que la exigencia de una consulta es una reinvindicación histórica, no sólo de su partido.

"Frente a las líneas rojas, queremos tender puentes y encontrar soluciones", declaró Sánchez en una clara voluntad de entendimiento con el partido morado, cuyo apoyo necesitaría sí o sí (junto al de otros grupos) para intentar formar Gobierno. El líder socialista repitió como un mantra la necesidad de dialogar, se comprometió a "explorar todas las opciones", pero ha desdeñado la propuesta de un pacto a tres -Ciudadanos, PP y PSOE- lanzada este miércoles por Albert Rivera. 

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En todo caso admitió que la última de sus opciones es la convocatoria de nuevas elecciones. Según él, porque los diputados electos están obligados a buscar una alternativa. Según populares y podemitas, que en esto coinciden, porque los socialistas verían muy mermados entonces sus resultados. De hecho, desde el PP se augura que Sánchez no logrará sus propósitos con Iglesias e, 'in extremis', terminará por abstenerse en la investidura de Rajoy, informa Patricia Martín.

COMIDA CON FELIPE, CENA CON BARONES

El líder socialista también aprovechó su primera comparecencia pública tras el 20D para enviar un mensaje claro a los barones del PSOE, que estos días han exigido que no haya acuerdo con Podemos: les ha recordado que es él quien está al frente y quien debe tomar las decisiones. 

Sánchez, que almorzó con Felipe González tras entrevistarse con Rajoy en La Moncloa, pretende convocar una cena con sus líderes territoriales antes del comité federal del lunes, que se prevé tenso. Fuentes socialistas consultadas admiten que no ha sentado bien en algunos territorios el paso al frente del jefe sin consenso previo, como tampoco que se apresurara a confirmar que se presentará al próximo congreso del partido.

En su comparecencia, se refirió este miércoles concretamente a las recientes declaraciones de la presidenta de la Junta de Andalucia, Susana Díaz. Dice comprender sus reflexiones, pero le recordó quien tiene oficialmente las riendas de la organización. "Ella tiene cultura de partido y sabe que es esta dirección federal quien marca las líneas. Es mi responsabilidad como secretario general y la voy a cumplir", concluyó.