Sánchez apunta a Rajoy sin reclamar su dimisión

Pedro Sánchez, en un pleno del Congreso.

Pedro Sánchez, en un pleno del Congreso.

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Pedro Sánchez no quería caer en el y tú mas durante el debate de ayer. Consciente de que el cruce de reproches perjudica más al PSOE que al PP, y sobre todo beneficia a Podemos, el líder socialista había preparado un discurso muy centrado en su amplio catálogo de medidas contra la corrupción. Sin embargo, el juez Pablo Ruz acusó el pasado miércoles al PP y a Ana Mato de haberse lucrado con la trama Gürtel, motivo por el que esta dejó su cargo de ministra de Sanidad. Aquello cambió el paso de Sánchez. Una acusación tan grave no podía ser soslayada. Aun así, la primera intervención del jefe de la oposición evitó el reproche continuo al Gobierno, reconociendo que en todos los partidos hay corrupción y sin citar apenas a la dirigente dimitida. Pero después llegó Alfonso Alonso, portavoz del PP, y echó el resto contra el PSOE. Incluso recordó Filesa, el caso de financiación ilegal socialista para sufragar las campañas electorales de 1989. Sánchez, a quien varios diputados habían criticado por su suavidad inicial, elevó el tono.

Sin llegar a exigir su dimisión, como hizo Alfredo Pérez Rubalcaba cuando se publicaron los papeles de Bárcenas (donde el extesorero del PP consigna supuestos sobresueldos a la cúpula del partido), el líder socialista apuntó a Mariano Rajoy. «Quien ha nombrado al señor Bárcenas se sienta hoy en la Presidencia del Gobierno -explicó-. No esperen de nosotros un acuerdo global en materia de corrupción. Abandone toda esperanza. No les creemos. No son de fiar. Llevan 20 años financiándose irregularmente. No admito que la corrupción afecte a todos por igual. Yo no me siento en un despacho que ha sido financiado con dinero negro y usted sí. Esta será la legislatura de la Gürtel».

LA CONDICIÓN / Sánchez puso como requisito para cualquier pacto con el PP la publicación de las declaraciones de bienes de 175 altos cargos que exige la ley de transparencia. En su discurso inicial, en cambio, habló de posibles «coincidencias» con los conservadores en esta materia y propuso un debate «honesto» sobre «cómo prevenir y castigar» y no sobre «quién es más corrupto». Las recetas del líder socialista son conocidas; ha hecho de la lucha contra la corrupción uno de los ejes de su liderazgo. Sánchez, entre otras medidas, defendió prohibir los indultos a los condenados por estos delitos, ampliar las incompatibilidades para dificultar la llamada puerta giratoria y que la Agencia Tributaria certifique el patrimonio de todos los altos cargos al asumir su puesto y al ser cesados.

Las impresiones que dejó entre los suyos fueron variadas. Tras su sosegada intervención inicial, un miembro de la ejecutiva socialista, que apoyó al actual secretario general en su carrera por el liderazgo, sostuvo que este se había «dejado comer el terreno» por IU, que debería haber leído extractos del auto de Ruz porque señala lo «mismo que ha venido diciendo el PSOE» y que tendría que haber terminado reclamando la dimisión de Rajoy, como hizo Rubalcaba. «La corrupción ataca a todo el sistema y solo beneficia a los antisistema -señalaron en el entorno de Sánchez-. Ha hecho un discurso desde dentro del sistema». Pero las críticas también fueron en sentido inverso. Otra aliada del líder en el congreso del partido le afeó, al acabar su combativa réplica, que se hubiera dejado arrastrar por las críticas del PP. Sánchez, de todas formas, recibió aplausos de sus diputados.