Cambios en la Carta Magna
Rubalcaba y el PSOE se alejan de Zapatero por debilitar al partido
Alfredo Pérez Rubalcaba superó ayer en el Congreso el segundo gran obstáculo, que no el último, que ha supuesto para su campaña electoral la reforma exprés de la Constitución impulsada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El equipo del candidato socialista todavía no se acaba de creer que el jefe del Ejecutivo decidiera la introducción de una regla de déficit con el PP y sin contar con el cabeza de cartel de su propio partido, unmodus operandique ha perjudicado gravemente la estrategia cara al 20-N.
La respuesta elegida por Rubalcaba ha sido, por un lado, explicar que la urgencia de la reforma se debe al temor de un nuevo ataque de los mercados a la deuda soberana este otoño, una razón que parece que ha calmado a la plana mayor del partido. Y por el otro, culpar directamente a Zapatero por su gestión.
Rubalcaba, con todas las encuestas en contra, ha tenido que sumar ahora a la losa de las consecuencias de la crisis, el hecho de que su principal rival, Mariano Rajoy, se haya apuntado un tanto por aparecer como hombre de Estado ante los españoles y ante Europa. Además, CiU puede sacar rédito electoral en Catalunya de su resistencia a la reforma constitucional, los partidos de la izquierda minoritaria aparecerán ante los electores como los que realmente defienden la voluntad de los ciudadanos al reclamar un referendo, y los sindicatos y el movimiento del 15-M conseguirán todavía más argumentos para sacar a la gente a la calle en contra de un partido supuestamente progresista.
CAMBIO DE OPINIÓN / Según fuentes del entorno de Rubalcaba, el candidato podría haber hecho frente de otra manera a esta reforma constitucional (que había despreciado con sorna cuando Rajoy la pidió en junio del 2010) si hubiera tenido tiempo de preparar a su propio partido.
Las explicaciones que el candidato dio a la plana mayor del PSOE el lunes en tres reuniones maratonianas sirvieron para cerrar filas, pero llegaron tarde y no impidieron que varios barones y algunos diputados utilizaran a Zapatero como chivo expiatorio de sus críticas, una estrategia iniciada por el propio Rubalcaba con la frase que lanzó en la reunión de la ejecutiva federal («Yo no lo hubiera hecho así»).
Hasta la ministra y con casi toda seguridad cabeza de lista por Barcelona del PSC, Carme Chacón -muy próxima personalmente a Zapatero- quizá pensando más en su futuro que en su presente apoyó la reforma, pero advirtiendo de que lo hace por lealtad al «candidato socialista» y pese a las «dudas» sobre el procedimiento elegido.
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