Rivera, clave en Andalucía

Rivera guiña el ojo al candidato al Ayuntamiento de Sevilla, Javier Millán, ayer en el acto central de su fuerza en Sevilla.

Rivera guiña el ojo al candidato al Ayuntamiento de Sevilla, Javier Millán, ayer en el acto central de su fuerza en Sevilla.

JULIA CAMACHO
SEVILLA

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Aupado, como Podemos, por la fuerza de la televisión, con un esprint mediático que le ha llevado en volandas a las puertas de las elecciones andaluzas, el diputado catalán Albert Rivera es ahora mismo el hombre sobre el que se posan todos los focos en Andalucía. Los sondeos (ayer fue el último domingo antes de las elecciones) y, también, cierta ambigüedad del de Ciudadanos para encajar los cantos de sirena que provienen del socialismo andaluz, le convierten ya en la llave del gobierno en la región. Ciudadanos se hace valer y afirma que cualquier alianza poselectoral no pasa tanto por los sillones como por un cambio «drástico» de políticas. «Gane quien gane en Andalucía, el cambio va a llegar», mantiene Rivera.

Todos los partidos esgrimen estos días datos internos que avalan que darán la sorpresa y que gobernarán con relativa tranquilidad, pero al poco su discurso acaba irremediablemente apuntando a la política de pactos, en los que Ciudadanos ocupa un papel protagonista. La fuerza no está protagonizando grandes actos multitudinarios, ni los asistentes -clase media alta especialmente- portan con entusiasmo banderas o insignias del partido naranja, pero acuden atraídos por su líder, Albert Rivera, que está echando el resto estos días en Andalucía.

Sus esfuerzos se concentran en los núcleos urbanos y capitales de provincia (es decir como Podemos), especialmente en el litoral oriental, un caladero hasta ahora en manos del PP y donde ahora faenan ellos en busca de desencantados de todos los bandos que perciben en Ciudadanos un voto menos rupturista o extremo que el de la fuerza de Pablo Iglesias. Y a tenor de las encuestas publicadas ayer, la estrategia da resultado.

 Los sondeos les sitúan en una horquilla de entre 8 y 12 escaños. Tanto PSOE como PP han dado portazo a cualquier alianza con Podemos, una fuerza que aspira a asaltar la Moncloa y con un ascenso fulgurante pero menos arraigado en esta región que en el resto de España. Y con IU en caída libre en pago por su acuerdo de gobierno con los socialistas, la única opción posible para garantizar la estabilidad en un atomizado Parlamento autonómico es, precisamente, Ciudadanos. Todo esto días después de que a Rivera se le viera en buena sintonía con un socialista como Miquel Iceta, quizá para cortar las voces que en los últimos días han tratado de escorar al partido naranja a la derecha.

Con todavía una elevada bolsa de indecisos, rondando el 40 %, esos mismos sondeos insisten en que el PSOE de Susana Díaz será la fuerza más votada, aunque lograría uno de los peores resultados de su historia debido a la irrupción de estos partidos. A Díaz le bastaría el apoyo de Ciudadanos, ya fuera en acuerdo de Gobierno o en pactos puntuales, para mantener la Junta de Andalucía. El experimento ya funciona en Sanlúcar la Mayor (Cádiz), de cuyo ayuntamiento forma parte el candidato de Ciudadanos, Juan Marín.

Rivera sabe que puede tener la sartén por el mango, y se presentan como «la palanca del cambio», asegurando que si de ellos depende a Andalucía «no la va a conocer ni la madre que la parió», dijo parafraseando, nada menos, que al socialista Alfonso Guerra. Un apoyo que no será barato en cualquier caso. Ayer mismo en el acto central en Sevilla volvió a repetir que quien les busque se olvide de «cargos de confianza, dinero, puestecitos o paguitas para comprar voluntades».

«No hay nada que nos puedan ofrecer para que esto siga igual», dijo, insistiendo en que lo que hace falta «son cambios drásticos » y, por supuesto, fuera imputados de los escaños, en alusión a unos Manuel Chaves y José Antonio Griñán de-saparecidos por completo de la campaña. Más duro se mostró el eurodiputado Javier Nart, quien espetó al PSOE: «Si se piensan que podrán seguir haciendo lo mismo, con nosotros no, jamás, nunca».

Pero el más afectado por el ascenso de Ciudadanos es el PP, que intenta por todos los medios frenar un trasvase de votos que temen que se extienda al resto de comunidades. Mientras el candidato popular Juan Manuel Moreno Bonilla llama a «no hacer caso a la ensalada de encuestas», el líder del PP, Mariano Rajoy, apeló directamente a los indecisos y a los desencantados para que tengan «cuidado» porque «no se puede tirar el voto dándoselo a fórmulas que solo garantizan la continuidad de los socialistas».

Y mientras, Díaz sigue su carrera apelando a «ganar bien» el domingo para «abrir la esperanza también para España». Así, pronosticó que el 22-M, el PP va a recoger «la derrota de Rajoy y la victoria de Andalucía».