MOVILIZACIONES DE RESPALDO

La revolución de las 'setas'

La lluvia desluce el acto de apoyo a los imputados por el 9-N en la plaza de Sant Jaume

XABIER BARRENA / JOSE RICO / BARCELONA

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Llovió sobre mojado. Como ya ocurrió en octubre del 2014, cuando el Tribunal Constitucional anuló la consulta del 9-N, la gota fría se cernió de nuevo sobre la plaza de Sant Jaume obligando al prevenido personal a abrir sus paraguas dando al espacio un aire de alijo de setas multicolores.

El pasionómetro comparativo entre ambos actos, el de protesta del pasado octubre y el de apoyo a los imputados por el proceso participativo de ayer, muestra un saldo negativo para este último. Menos gente, aunque la plaza presentaba un casi lleno, y menos entusiasta.

Y entre los presentes, los representantes de los partidos. Ya por la mañana, y por unos minutos, las fuerzas partidarias del derecho a decidir relegaron sus diferencias -y en algún caso, las negociaciones por la investidura- para arropar juntos a Ortega y, sobre todo, a Rigau. Porque la consellera de Ensenyament se libró de la lluvia que sí recibió a la exvicepresidenta del Govern. Medio millar de personas se concentraron a las puertas del Palau de Justícia a primera hora para apoyar a Rigau. Sonaron aplausos, gritos de «Independència!» y de «Posar urnes no és cap delicte!», Els Segadors y L'Estaca de Lluís Llach.

El cantautor y diputado electo de Junts pel Sí formaba parte de la comitiva que acompañó a la consellera hasta el tribunal, junto con todo el Govern -excepto el president Artur Mas-, los diputados de Junts pel Sí, encabezados por Raül Romeva y Carme Forcadell, y el de la CUP Antonio Baños. También acudieron los máximos representantes de Catalunya Sí que es Pot, Lluís Rabell, y de Unió, el exconseller Ramon Espadaler, que se llevó la peor parte al ser increpado con gritos de «botifler». Unió se volcó más en la entrada de Ortega, aunque a su jefe de filas, Josep Antoni Duran Lleida, no se le vio por allí. Todos ellos repitieron por la tarde.

Frente al Ayuntamiento de Barcelona leyó el manifiesto la alcaldesa Ada Colau, que sabe tanto cuándo quitarse de la foto (rifirrafe banderil en la Mercè) como cuándo ocupar el centro del escenario (ayer).

Eso sí, nadie podrá decir que el texto que leyó no encaja, por ejemplo, en los parámetros de fuerzas políticas como la suya. A saber: que el derecho a decidir el futuro político de Catalunya «es inherente a la ciudadanía catalana en virtud del principio democrático y del derecho que tenemos como nación». Que el Gobierno «ha judicializado» los intentos por llevar a cabo una consulta «rehuyendo sus responsabilidades políticas en este ámbito, y generando una anomalía democrática» que «priva» a los catalanes «del derecho democrático a decidir su futuro político». Y que las querellas a Mas, Ortega y Rigau «son antidemocráticas». Finalmente, los firmantes del manifiesto (entidades y partidos) dicen asumir la corresponsabilidad en la convocatoria del 9-N.