LAS REPERCUSIONES DEL 24-M
La «revolución» de Convergència
Nueva campaña de los nacionalistas para intentar atraer al refractario votante metropolitano
Prueba de agudeza política. Lea con atención las siguientes frases y adivine de qué partido político proceden. «Vamos hacia una toma de decisiones de abajo arriba, no de arriba abajo, es un cambio trascendental. Abriremos los locales, saldremos a la calle, organizaremos sesiones para escuchar directamente a la gente, hemos de trabajar con los independientes, invitaremos a la gente a que nos haga llegar sus ideas y visiones mediante videos, memes y wasaps, algunas de las sesiones las haremos en espacios públicos y abiertos a simpatizantes para que la gente se pueda incorporar. Queremos más trabajo (y mejores salarios), el suministro energético garantizado durante el invierno en caso de pobreza y mejorar las políticas sociales».
No, no es Podemos, ni Barcelona en Comú, ni el Procés Constituent de Teresa Forcades. Quizá una pista ayuda a desvelar la solución. Otra frase: «La independencia es la revolución pacífica más justa, más inclusiva para conseguir un país mejor». No, tampoco es ERC, ni la CUP. Son Josep Rull y Mercè Conesa. Es Convergència.
El partido de Artur Mas presentó ayer otra campaña (Bienvenidos al futuro, se titula) para tratar de superar su falta de apoyos en el área metropolitana de Barcelona. Antes del proceso participativo del pasado 9 de noviembre, CDC ya puso en marcha una iniciativa parecida para vincular la independencia con la justicia social mediante actos de pequeño formato.
«No desviemos la atención»
Esta vez es para el 27-S. Convergència tiene prisa -no espera a lo que decida Unió sobre la independencia- y enmarca esta nueva campaña en su refundación interna, que pasa también, dijo ayer el coordinador general, Josep Rull, por escoger las futuras listas electorales de una manera «participativa». El 18 y 19 de julio una convención del partido concretará estos cambios bajo la idea de «puertas abiertas» y defendiendo la justicia social. Eso sí, Rull precisó que, cara al 27-S, el eje izquierda-derecha no toca: «No desviemos la atención, el dilema es si Catalunya ha de tener un Estado propio o no».
Lo difícil de este tipo de estrategia de acercamiento a la calle es que se da de bruces con expresiones como la del mismísmo president el pasado viernes, despreciando todo lo que provenga de Ada Colau: «¿La riqueza de una ciudad se hace con escraches y asambleas? ¡qué coño!», espetó. Y se llevó la ovación de la tarde.
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