HALLDÓR MÁR STEFÁNSON Músico islandés

«En Reikiavik nunca se ha visto a gente dormir en las calles»

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NÚRIA NAVARRO / BARCELONA

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Se enfada en islandés, pero sueña en catalán. Un síntoma de que Halldór Már ya es tan barcelonés como el panot de la rosa. Vino a estudiar guitarra clásica en 1993, se enamoró de una catalana -hoy madre de sus tres hijos- y se quedó. Pasado el tiempo, sus versiones en inglés de temas de la Nova Cançó -'Remena, nena' ('Shake it baby') incluida-, reunidas en el disco 'Winds', le han dado tal ración de popularidad que hasta actuará en el Grec y el PopArb. Pero ahora le toca votar en sus primeras municipales.

-¿Qué le enganchó de Barcelona?

-Que era una ciudad con todas las letras. Reikiavik es un pueblo. Ir de punta a punta resulta algo aburrido. Y esto me pareció una pasada. Cruzaba la calle de Aragó y me admiraba la enorme distancia entre uno y otro bordillo. Y es una capital cargada de historia y tiene un clima tan agradable… En mi tierra el invierno dura nueve meses.

-Han pasado 22 años. ¿Qué sigue digiriendo mal?

-Me impacta ver a tanta gente durmiendo en las calles. En Reikiavik, en toda Islandia, eso no se ha visto nunca. El más pobre entre los pobres tiene una casa y hasta un coche, incluso durante esta última crisis, que ha pegado fuerte. La vivienda representa un cuarto del sueldo. Y lo peor es que en Barcelona hay gente que tiene mucho. La desigualdad es dolorosa. En Islandia la diferencia de sueldos entre el gobernante y la mujer de la limpieza no es mucha.

-Que tomen nota los aspirantes.

-El sistema de bienestar también es distinto. En Islandia se pagan muchos impuestos; la Administración lo sabe y destina el 45% del gasto a bienestar, sin despilfarros.

-Allí son unos revolucionarios.

-Un mito. Los islandeses son tirando a conservadores.

-Se negaron a rescatar a los bancos.

-Se vieron entre las cuerdas y se indignaron, como ocurrió aquí, aunque con menos virulencia en las calles porque en Islandia el colmo de la violencia es tirar un huevo. Pero si se da cuenta, han vuelto a votar a los causantes del daño.

-En las municipales de Reikiavik del 2010 votaron a un cómico, Jón Gnarr.

-De haber estado allá, también yo le habría votado. Su formación, el Mejor Partido, se creó a raíz de la crisis para mofarse un poco de los políticos. Los ciudadanos, irritados, se permitieron el lujo de auparlo. Y a mí me pasa algo parecido aquí. No tengo ganas de confiar en los partidos tradicionales que han enrarecido el espacio político. He visto cómo algunas plataformas, alérgicas a los privilegios y más transparentes, han hecho un buen trabajo en algunos municipios.

-Así que lo tiene claro.

-Soy de izquierdas, eso sí. Por convicción y por tradición familiar.

-Versiona temas de la Nova Cançó. ¿Eso explica algo sobre su papeleta?

-Explica que son canciones maravillosas. No pretendo promover la independencia de Catalunya, si es a lo que se refiere. Grabé La bella Lola en inglés para un anuncio de cervezas, me gustó el resultado y versioné Al vent. Nada más.

-¿El procés le da repelús, como los trolls a sus compatriotas?-(Ríe) Recuerdo que cuando llegué, en los años 90, ERC estaba a punto de desaparecer. Y en el 2012 fui a la manifestación de la Diada, por curiosidad. Yo me mantengo al margen, no estoy ni a favor ni en contra, pero no me es extraña la aspiración a la independencia, porque vengo de un país pequeño que logró la autonomía en 1918 y se independizó de Dinamarca en 1944. A partir de entonces, Islandia controló su pesca y entró en las listas de bienestar.

-No le arrancaré el voto, ¿eh?

-¿Quién es el candidato de ICV?

-ICV está integrado en la coalición Barcelona en Comú.

-Mi madre siempre votó verde y yo me identifico. Pero también me gusta Xavier Trias.

-Están en las antípodas. ¿Qué tiene que oír de sus bocas para decantar la balanza?

-Que privilegie la escuela y la sanidad por encima de tantas obras, que siempre huelen a comisiones. ¡Que se detengan en las Glòries! También debe asegurar que todos los ciudadanos tengan todos los servicios cubiertos. Y que mejore el sistema de guarderías públicas y residencias de ancianos. Y reclamo mucha transparencia con las finanzas.

-Es músico. ¿Nada para su gremio?

-Barcelona tiene buenos festivales y estupendas salas de conciertos. Por aquí pasan todas las bandas -en

Reikiavik enloquecíamos cuando se dignaban a venir Whitesnake o Rage Against the Machine-, pero es una ciudad difícil para los músicos que tocan en directo en los bares. El ayuntamiento, en vez de poner trabas, enredar con papeleos e incluso cerrar locales, debería fomentar la música en vivo, que no suena más fuerte que la enlatada y aporta atractivo a la ciudad. Lo saben Londres, Dublín, Berlín.

-¿A usted y su guitarra les ha costado introducirse en el circuito?-Cuesta entrar, pero eso ocurre aquí y en todas partes. Si no tienes a alguien que apueste por ti, no asomas la cabeza. Desde que debuté en el Flann O'Brien, llevo 14 años cantando por los pubs de Barcelona. Y sí he notado que, por los recortes, me llaman a mí y no a todo el grupo Wiggun, o piden que haga un acústico o vaya en trío. Pero, tras grabar Winds este verano tocaré en el Grec. No está mal, ¿no? 

-Nada mal. ¿Qué canción propone como banda sonora del 24-M?'Que tinguem sort', de Lluís Llach.