Arquímedes en domingo

Los diputados y diputadas de la CUP, en el Parlament.

Los diputados y diputadas de la CUP, en el Parlament. / periodico

ANNA GABRIEL / BENET SALELLAS / DAVID FERNÀNDEZ (En nombre de la CUP-Crida Constituent)

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Contingencia otoñal, todo está abierto todavía. Existe, claro está y en cuenta atrás, campo para correr y seguir adelante: resolución antes de campaña electoral, tras el 20-D o 'in extremis' un 9 de enero. Existe, pero cabría sabotearla, la opción del desacuerdo bajo la perversión de nuevas elecciones; posibilidad que se ha puesto en el tapete demasiado pronto; y que altera la paciencia de mucha gente. Pero perversión sobretodo porque acusa, injustamente, a quién no las ha planteado y porque opera, también, como chantaje inaceptable sobre la CUP-Crida Constituent. Las bases del desacuerdo existen: son suficientenement conocidas. Las del acuerdo estan aún por venir.

Primera parte del partido, descanso en suspense, y segunda parte arrancada. JxSí continúa proponiendo a Mas; la CUP propone sumar a los 72 diputados independentistas (y cuántos más, mejor) bajo nuevos esquemas colegiados y mancomunados –Narcís Comadira dixit– y ensanchar por doquier los apoyos a la futura República; y JxS (30 diputados convergentes, 20 de ERC, 12 independientes) busca dos votos de la CUP, presentando sus propios equilibrios internos preestablecidos –las tres vicepresidencias– como si fuera una oferta a la CUP. Cuando no lo es. La única concesión, y con límites, es una moción de confianza a 10 meses vista. La pelota sigue rodando: el candidato que sume lo que aritméticamente se necesita o el candidato que sume el máximo apoyo posible y, también, los mínimos votos en contra.

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Mientras tanto, afloran algunas verdades nómadas: se nos dice ahora, bináriamente, que o Mas o marzo; ERC se ha puesto de perfil demasiado a menudo; la CUP no impone programa alguno –modula el propio y, en buena medida, a penas pide que JxS cumpla el suyo–; y el Camamilla Wild Party vocifera discursos de tres al cuarto. Estoica resistencia la de nuestra gente para no responderles, aunque solo gritan para ver si nos hacen callar. Resuenan también algunas mentiras reiteradas: ¿alguién disponible en la sala que concrete qué ha conseguido la CUP supuestamente? ¿Un plan de choque contra la pobreza y la desigualdad? Sin noticias de Gurb. ¿Un proceso constituyente transparente y popular? Vuelva usted mañana. ¿Una hoja de ruta nítida? Esperando a Godot. Ay, de las batallas por el relato: no hemos consensuado nada todavía y ya nos dicen que lo hemos conseguido todo. Entre visillos, da grima y risa oír las voces que tanto nos odian genéticamente loando cínicamente la coherencia de la CUP. Hipócritas de Estado y de Mercado.

Pero entonces, ¿hay salida al laberinto? Sí. ¿Dónde está? Construyéndose todavía. ¿Y la clave? El alcance, dimensión y profundidad del esquema resolutivo. Que depende, sí, del qué, del cómo, del cuando y aún del quién. Independencia, pobreza cero, basta de corrupción. Alma CUP: si este proceso no sirve para parar desahucios y para reabrir los CAPs, ¿para qué –y a quién– sirve entonces? Luces y sombras, tal vez pasa que este país tampoco ha cambiado tanto por arriba como por abajo. Solo dos ejemplos inmediatos: tras 10 años de lucha, la UE se ha fijado en los delitos ambientales de Iberpotash; poco ha tardado el Govern en declararlo "proyecto de interés público". Dos: si la quiniela de nombres que suenan como rumor para dirigir los medios públicos son lo que son, simplemente asustan: teledirección de régimen y finca privada. En fin, todas las cosas que no deberían voler a pasar. Nunca más. Pero que aún pasan.

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Tal vez sea este el principal escollo: el peso del pasado, cuando la historia siempre cuenta. ¿Pervive un pujolismo sin Pujol? Demasiado a menudo es lo que parece. Segundo escollo, entre otros: quién busca mínimos comunes denominadores son dos espacios sociopolíticos casi antagónicos, opuestos –desconfianza mútua garantizada–; cuando venimos de 5.300 millones en recortes tras la peor crisis social, del cráter bestial que deja la corrupción y de una gestión procesista siempre criticada. Síntesis: si las cosas van a cambiar, aquí estamos, en pie. Si han de continuar igual, ya toparemos de nuevo. Si hay que votar futuro, allí estaremos. Para votar pasado, nosotros, sencillamente, no servimos.

Después está la otra cara de la luna y las imprescindibles mil razones que nos espolean y motivan. El Estado de golpe que tenemos en frente, variante del golpe de Estado y el golpe de Mercado, con un FLA más draconiano de corte inquisitorial. La demanda de la calle, allí donde nació todo. El proceso democrático, democratizante y democratizador que vivimos y la mayor crisi de legitimidad del régimen del 78. La necesidad vital de avanzar con paso firme y salir del atolladero.

Aporía final. Dentro y fuera, quedan 18 meses dónde habrá que darlo todo, dentro de las instituciones, y sobre todo en la calle; dónde hará falta emitir señales inequívocos de que se apuesta por la construcción de un nuevo país, y que el el horizonte no es la reforma, sino la ruptura, para encarar las próximas elecciones constituyentes con apoyos amplios, determinantes y convencidos. En este domingo de noviembre seguimos intentando resolver el péndulo del tiempo, el rompecabezas catalán y el laberinto español. El acuerdo siempre es posible: cómo y cuando se producirá es lo que hay que aclarar. Por nosotros, cuanto antes mejor, que queda demasiado trabajo por delante. Cuando ni presente ni futuro se pueden parecer ya al pasado. ¿Alternativa Arquímedes? Démonos un punto de apoyo sólido, que la palanca ya la pondremos entre todas y todos. Para garantizar que avanzamos y que hay proceso. Y que tenemos futuro.