RESACA ELECTORAL

Rajoy toma el timón para apaciguar al PP y evitar su aislamiento

La vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, este viernesm 29 de mayo, tras el Consejo de Ministros.

La vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, este viernesm 29 de mayo, tras el Consejo de Ministros.

PATRICIA MARTÍN / MADRID

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Cuarenta y ocho horas después de las elecciones, una de las colaboradoras más próximas a Mariano Rajoy sostenía que el presidente del Gobierno no preveía abrir una ronda de contactos con Albert Rivera y Pedro Sánchez. Según su tesis, ante la "dificultad" de alcanzar pactos postelectorales globales, el jefe del Ejecutivo pretendía, en un primer momento, dejar el camino libre a sus barones para llegar a acuerdos territoriales. Sin embargo, esa misma tarde comenzó la desbandada de dirigentes regionales del PP y la catarata de críticas internas hacia la gestión del Gobierno central y la cúpula del partido que han llevado a Rajoy a dar un giro de 180 grados a sus planes iniciales.

La vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría, ha confirmado este viernes Rajoy ha iniciado una primera "toma de contacto" con Rivera y Sánchez, que dará paso a posteriores conversaciones encaminadas a intentar despejar pactos de gobernabilidad y a que el PP no se quede fuera de varios gobiernos autonómicos y decenas de ayuntamientos. Asimismo, el líder popular ha empezado a citar a la Moncloa a sus barones.

Con estos movimientos internos y externos, el presidente, opinan en el PP, trata de tomar las riendas de la situación, de cara a que su partido no pase de acumular un basto poder territorial a ser prácticamente insignificante si fraguan los pactos anti-PP que ya reclaman algunas fuerzas, especialmente Podemos. En última instancia busca, además, recuperar la autoridad que se ha dejado en los últimos días por el camino como demuestra el hecho de que el debate sobre si es el candidato más idóneo para las elecciones generales haya cobrado una fuerza inusitada.

EL LLAMAMIENTO

Además de confirmar los contactos, la vicepresidenta aprovechó la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros para hacer un llamamiento a que, a la hora de pactar, se tenga en mente "cuál ha sido la opción mayoritaria", en referencia a que el PP ganó las elecciones en términos globales. Asimismo, pidió que no se "excluya", de entrada, a ningún partido. El argumento esgrimido fue que a los ejecutivos se les elige "para solucionar los problemas de todos los ciudadanos", sean o no sus votantes.

La misma teoría valdría para los intentos promovidos por los conservadores, tanto en Barcelona como en Madrid, para evitar que las plataformas en las que se integra Podemos alcancen la alcaldía. Incidió también Santamaría en la necesidad de que haya "estabilidad" --un valor que los conservadores se arrogan en exclusiva-- para que continúe la recuperación económica .

Pero la realidad es que los populares se han encontrado ya las primeras dificultades para alcanzar pactos con Ciudadanos en dos de las cuatro autonomías en las que podrían unirse. En La Rioja, C's insinuó que el presidente, Pedro Sanz, debería dar un paso atrás si aspira a que el PP siga controlando con su apoyo esta comunidad. Mientras tanto, en Murcia, el candidato popular, Pedro Antonio Sánchez, reconoció ayer que es "muy difícil" ponerse de acuerdo con la fuerza naranja.

EL REVUELO

En medio de este panorama incierto, la vicepresidenta confirmó que Rajoy se reunió el jueves con la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, en la Moncloa y se va a citar con el resto de barones como parte de su estrategia para "poner a punto el PP". Rudi fue precisamente una de las que abrió la caja de los truenos al advertir ante Rajoy, al día siguiente de la debacle electoral, que parte del bajón en votos se debe "al rechazo que sufre la marca", principalmente por la corrupción. Una reflexión que ha hecho fortuna y se repite en casi cada cónclave territorial de análisis del PP. La detención, ayer, del delegado del Gobierno en Valencia, Serafín Castellano, no hace más que abundar en el estado de desánimo generalizado.

Para intentar calmar las aguas, la vicepresidenta volvió a pedir a los suyos "serenidad y prudencia", con la vista puesta en acallar la retahíla de acusaciones cruzadas y que Rajoy pueda madurar con tranquilidad y sin presiones los cambios que pretende hacer en el Gobierno y en el PP. En ese contexto ha de encuadrarse la defensa que, el jueves, Santamaría hizo públicamente de la cuestionada María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, con quien no tiene, precisamente, la mejor de las relaciones. Asimismo, ayer hizo lo propio otro de los dirigentes con los que Cospedal mantiene relaciones tensas y distantes: el andaluz Javier Arenas, que defendió su continuidad y abogó por la "unidad".