debate del estado de la nación

Rajoy enarbola el derecho a decidir «de todos los españoles»

FIDEL MASREAL / MADRID

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Sin duda, el debate del estado de la nación no pasará a la historia por haber contribuido a deshacer el nudo del conflicto catalán. Tanto las intervenciones de los grupos nacionalistas como las réplicas del Gobierno, así como las propuestas socialistas, sonaron a ejercicio de trámite. Y en ningún momento hubo avance ni diálogo. Solo monólogos uno tras otro. Así, el presidente del Ejecutivo zanjó este miércoles las críticas de ERC y del nacionalismo vasco enrocándose en su defensa de la unidad de España.

La sentencia del Tribunal Constitucional sobre la ley de consultas y la convocatoria del primer 9-NTribunal Constitucional ley de consultas  9-N le vinieron a Mariano Rajoy como anillo al dedo para defender la legalidad y la unidad de España. «Mi posición es sobradamente conocida», fue la coletilla con la que se refirió con brevedad al asunto. El presidente calificó de «antidemocrático» el derecho de autodeterminación y defendió «el derecho a decidir de todos los españoles, como en cualquier país del mundo». Una vez más, Rajoy evitó una actitud propositiva y retó a los soberanistas a «tomar la iniciativa» -a la que por razones que dijo no entender «se han negado»- de plantear una reforma de la Constitución.

EL REINO DEL 'CANDY CRUSH'

Frente a ello, ERC tiró de sarcasmo. En su último debate del estado de la nación, el republicano Alfred Bosch se despidió así: «Seguro que seguiremos siendo grandes amigos. Usted en el reino maravilloso del Candy Crush [una referencia a la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, cazada el martes jugando mientras intervenía Rajoy] y yo volveré a Barcelona [donde será candidato a la alcaldía]. Adiós, Mariano Rajoy, nos vemos en la ONU, 'bon vent i barca nova'».

También el PNV y Amaiur cargaron contra la actitud del Gobierno en relación al proceso soberanista catalán. Aitor Esteban, diputado del PNV, lamentó que se bloqueara incluso la segunda versión del 9-N. Más combativo, el abertzale Sabino Cuadra zanjó: «Niegan el derecho a hacer una mera consulta, un mero proceso participativo, esto es una francocracia».

Pero los ataques no hicieron mella en el presidente del Gobierno. Es más, Rajoy hurgó en las relaciones entre CiU y ERC. Cuando Bosch le emplazó a imitar al Parlament de Catalunya y constituir una comisión de investigación sobre la corrupción, el presidente le lanzó un zarpazo: «Crearon la comisión de investigación después de haber roto con CiU. La comisión no les importaba, les importaba molestar a CiU».

PROCESO DE PAZ

En relación al proceso de pacificación en Euskadi, Rajoy defendió la política de dispersión de presos para favorecer su «libertad» de decisión en el sentido de aceptar la reinserción. Tanto el PNV como Amaiur le afearon su actitud en relación a la normalización del País Vasco y le afearon que no haya facilitado el acercamiento de los reclusos que han dado muestras de arrepentimiento y renegado de ETA. Rajoy replicó que el mejor procedimiento para terminar con ETA es que «anuncie lisa y llanamente que se disuelve, que anuncie su disolución y deje de ser una organización terrorista».