Mirador

Rajoy confunde tiempo con cambio

JOAQUIM COLL

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Aristóteles afirmó que tiempo y cambio están estrechamente interrelacionados. El tiempo es el recuento del cambio entre el antes y el después. También dijo que no hay que confundir el paso del tiempo con la fuerza que produce el cambio. Sin embargo, Mariano Rajoy parece creer lo contrario, que el tiempo resolverá todos sus problemas. Si en el primer día del debate evitó citar los casos de corrupción que salpican al PP, ayer se refirió a su extesorero como alguien que estuvo allí «hace años». Sin ninguna relación con el presente, como si de los «múltiples y contundentes indicios de delito» que aprecia la fiscalía no se derivara ninguna responsabilidad política. Rajoy cree que el tiempo es absolutorio. Su actitud es incongruente, pues sin el caso Bárcenas no hubiera presentado ese conjunto de medidas contra la corrupción, que incluye nuevas leyes sobre la financiación de los partidos, la reforma del Código Penal y de la ley de enjuiciamiento criminal o la modificación de la ley de transparencia en curso.

El mismo razonamiento hace en economía, donde por ahora no hay ningún atisbo de mejora, ni a corto ni a medio plazo. Nuevamente, su argumento es circular: como ya hemos pasado lo peor, dice, en el tiempo que queda de legislatura solo podemos mejorar. Es un planteamiento para engañadizos que parte de una afirmación igualmente autocomplaciente, según la cual «hemos evitado el naufragio» gracias a que «cumplí con mi deber e incumplí mis promesas». De lo cual se deriva que no hay ninguna responsabilidad ni sobre lo dicho, hecho o incumplido ni tampoco sobre el futuro, sobre todo si la posible recuperación económica es más tímida de lo que desearíamos. En este punto, Rajoy se mostró arrogante e imperdonablemente olvidadizo con los millones de náufragos de esta crisis, arrojados de un barco que hace aguas por todas partes, empezando por la Monarquía. Por cierto, solo el tiempo dirá si Pere Navarro se equivocó o si vaticinó algo que va a ocurrir. Cuando abdicó la reina de Holanda y renunció el Papa, ¿cuántos no pensamos que lo mismo debería hacer Juan Carlos? Sorprende ver tanta hipocresía disfrazarse de un severo sentido de la oportunidad.

Y ante el envite soberanista, Rajoy parece confiar en exceso en el paso del tiempo. Ayer la encuesta del CEO vino a darle un poco la razón: CiU se está inmolando en beneficio de ERC, pero el independentismo sigue por las nubes. Artur Mas nos ha llevado a un callejón sin salida, pero el Gobierno tiene que mover ficha. Rubalcaba planteó por primera vez en el Congreso la necesidad de una reforma federal de la Constitución. Rajoy dijo estar dispuesto a hablar. De ser cierto sería una buena noticia. Aquí, confundir el tiempo con la fuerza podría hundir el Estado.