LA ESTRATEGIA DE LOS CONSERVADORES

Rajoy activa su agenda en el PP y revisa la comunicación para el 2015

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, en el XVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar en Alicante, el pasado noviembre.

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, en el XVII Congreso Nacional de la Empresa Familiar en Alicante, el pasado noviembre.

GEMMA ROBLES / IOLANDA MÀRMOL / MADRID

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Termina el 2014. Ese año en que la crisis pasó a ser "historia" en España, según afirma un optimista presidente del Gobierno que, el viernes, cerró el curso político augurando que el 2015 será recordado como el del "despegue definitivo" de la economía. Una vez pasadas las fiestas navideñas Mariano Rajoy, según explica su entorno, alternará mucho más que hasta ahora el 'traje' de hombre de Estado con el de líder del PP. La agenda del jefe del Ejecutivo tendrá que hacer hueco 'sí o sí' a los actos políticos e intervenciones públicas, que van a aumentar de forma notable. Y es que en el cuartel general de los populares no están las cosas para bromas, a tenor de lo que dicen unos sondeos que siguen alertando al bipartidismo de que su recuperación se antoja lejana y de que una fuerza emergente, Podemos, amenaza su supremacía. Además, los conservadores acapararon tanto poder territorial en las últimas autonómicas y locales que resulta inimaginable que puedan mejorar, ni siquiera conservar ese resultado en los comicios que se celebrarán el próximo mayo.

El objetivo de la dirección del PP es tratar de que el retroceso electoral con el que ya cuentan no se convierta, a raíz del desgaste y del rechazo provocado por políticas gubernamentales y especialmente por la insufrible corrupción, en un batacazo. Quieren una explosión controlada, sabedores de que peligran plazas fundamentales como MadridValencia o Murcia, entre otras. Así las cosas, como primera medida se busca reactivar a un partido que no se ha caracterizado por su frenética actividad en esta legislatura, demasiado confiado en su cómoda mayoría absoluta y temeroso de que escándalos como el 'caso Bárcenas' empañen sus actos políticos. Pero el reloj, incluido el de Rajoy --ese que tiene fama de funcionar con mayor lentitud que el del resto de mortales-- avisan de que llegan tiempos electorales. Habrá cambio de caras en las candidaturas, en el partido y nueva estrategia de comunicación.

NERVIOS DE CANDIDATOS

Admiten en las filas populares que existe un "clamor creciente" para que Rajoy dé un golpe de timón en la política de comunicación del Ejecutivo y del partido, dado que resulta para algunos dirigentes "obsoleta e ineficaz". Una de las que ha hecho críticas en público en este sentido ha sido Esperanza Aguirre, la misma que anunció en el 2013 que se retiraba de la política y dejó la presidencia de Madrid para ahora provocar a Rajoy y a su equipo postulándose como candidata a la alcaldía de la capital. Las encuestas le sonríen más que su propio partido, que observa de reojo y con desconfianza la estrategia de quien, en el 2008, amagó con disputarle al actual presidente las riendas del PP.

Es probable que cuando llegue la convención nacional que los populares celebrarán en Madrid los días 24,25 y 26 de enero ya se haya despejado si Aguirre se sale con la suya, y ella e Ignacio González son los aspirantes madrileños, o si se llevan una sorpresa. Oficialmente se señala el mes de febrero para confeccionar listas, pero el partido da por hecho que habrá goteo de noticias en las próximas semanas. Y cambios de nombres para ofrecer "renovación", lo que provoca incertidumbre en las organizaciones territoriales del partido. Otra cosa es la dirección nacional del PP: curiosamente el líder, Mariano Rajoy, ya ha dejado claro que él sí se piensa presentar a las próximas generales, que tendrán lugar en noviembre. Y en los últimos dos meses lo ha repetido cada vez que ha tenido ocasión, por si a alguien le entra la tentación de tratar de moverle la silla animado por las encuestas.

En este contexto, Rajoy se guarda las espaldas: ha convocado para enero la antes mencionada convención nacional en vez de un congreso (que permitirá a otros posibles aspirantes, si los hubiera, optar a la presidencia en vísperas de las generales) pese a que, según los estatutos de su partido, es lo que tocaba. Los congresos se deben realizar cada tres años, según unas normas internas del PP que su ahora jefe lleva años saltándose a la torera. Y eso que es precisamente Rajoy quien se ha permitido introducir hace unas semanas una enmienda en el paquete de medidas anticorrupción para obligar por ley a los partidos a convocar cónclaves cada cuatro años, sin esquivar un calendario que se convertirá en obligatorio. Curioso.