Mirador

¿A quién engaña Artur Mas?

JOAQUIM COLL

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En estas elecciones debería ser obligatoria la lectura pública de los programas electorales. Pues, ¡oh, sorpresa!, la palabra independencia no aparece por ningún sitio en el de CiU. No se trata de sacralizar la palabreja, porque todos los países son cada vez más interdependientes y menos soberanos. Pero es que estamos ante una tomadura de pelo monumental, adjetivo que sirve tanto para subrayar lo que tiene de gigantesco, como para reconocer que se trata de una operación ejecutada con una gran maestría. Aún así, es oportuno recordar aJ. F. Kennedycuando dijo: «Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo».

Tras haber montado un lío formidable, los convergentes ahora no se mojan. No sabemos si el Estado propio en Europa que persiguen es dentro, fuera o al lado de España. Tampoco explican cómo lograrán esas estructuras de Estado que encumbran en su programa en un horizonte de dos legislaturas. Los independentistas que tengan prisa ya pueden ir tomando mucha tila, pues la transición nacional deArtur Masse alarga hasta el 2020. Con todo, la mayoría de propuestas son tan poco revolucionarias y novedosas como, por ejemplo, aprobar la ley electoral. CiU no ha querido abordarla nunca en serio, pues la actual, que se basa en una disposición transitoria de 1979 que remite a la ley española, ya le va bien: la provincia de Barcelona, la más poblada, está infrarrepresentada. Eso por no hablar del anuncio político más aburrido de todos los tiempos: «dotarnos de un modelo propio de organización territorial basado en los municipios, las comarcas y las veguerías». Pero, por favor, si eso ya se puede hacer.

Para otras cosas, en cambio, haría falta modificar algunas leyes orgánicas o la propia Constitución. Por ejemplo, para alcanzar la hacienda propia, la gestión de las pensiones y las cotizaciones sociales, o para que los Mossos se hagan cargo del control en los puertos y aeropuertos. Aunque, curiosamente, la única referencia explícita a la máxima aspiración de un nacionalista, vigilar las fronteras físicas, sea para decir que hay que mejorar los controles en la entrada de los productos agroalimentarios. Pues bien, ¿cómo se hará todo esto? No lo dice.

El contenido mojigato del programa contrasta con el tono exaltado de los declaraciones de sus dirigentes. Así pues, una de dos. O Mas está engañando a los independentistas, a los de toda la vida y, sobre todo, a los recién llegados a la nueva fe, haciéndoles creer que les conducirá a la tierra prometida. O engaña al resto de los catalanes, pues sin comprometerse a nada por escrito quiere empujarnos, un paso tras otro, a la secesión. Algo me dice que, en realidad, nos está engañando a todos.