Iglesias asume la inacción como estrategia de desgaste a Sánchez

Pablo Iglesias se acerca a saludar a Pedro Sánchez en la constitución de la Diputación Permanente en el Congreso.

Pablo Iglesias se acerca a saludar a Pedro Sánchez en la constitución de la Diputación Permanente en el Congreso. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Suele admitir Pablo Iglesias que el día en que conoció a Mariano RajoyMariano Rajoy, el pasado octubre en Moncloa, le sorprendió el carácter afable de su adversario antagónico y la familiariedad con la que entablaron conversación. Desde entonces, reconocen fuentes del PP, ambos líderes han ido hablando con mayor fluidez de lo previsible. También en Podemos confirman que a su jefe de filas le resulta paradójicamente más sencillo el diálogo con Rajoy, a pesar del abismo ideológico que les separa, que con Pedro Sánchez.

Iglesias ha podido aprender del presidente en funciones que, en ciertas ocasiones, una aparente hibernación política resulta más productiva que el asalto permanente. Rajoy, que se mantuvo inactivo tras el 20-D mientras PodemosPSOE y Ciudadanos fracasaban en la formación un gobierno alternativo, mejoró sus resultados electorales. Por contra, los tres partidos que lo intentaron, fueron penalizados el 26-J. 

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La dirección de Podemos llegó a la conclusión de que buena parte de su pinchazo en las urnas tuvo que ver con una hiperactividad en el Parlamento basada en constantes golpes de efecto, que exigen un trabajo de preparación que luego no recogió rédito alguno. Consideran que la propuesta del gobierno de coalición a Sánchez -en la que Iglesias reclamó la vicepresidencia-, la mesa negociadora de izquierdas, la negativa a sentarse con C’s y llevar constantemente las riendas, acabó por desgastarlos en lugar de subrayar el liderazgo que  perseguían. 

Tras esa lección, Podemos ha pasado al letargo. Aducen desde la dirección que la iniciativa de un gobierno alternativo a Rajoy corresponde ahora a Sánchez, puesto que les superó en las urnas, en una decisión que obliga al jefe socialista a asumir el riesgo y la erosión de encabezar una propuesta de cambio que cada día parece más improbable y que en el PP ya han bautizado como 'Gobierno Frankenstein'.

Este martes, hubo un nuevo fuego cruzado entre ambas formaciones. El diputado Rafael Simancas alegó que si el PSOE no está diseñando un Gobierno de cambio con Podemos para presentarse a la investidura tras el previsible intento fallido de Rajoy es, sencillamente, porque no se fían. "Tienen poca credibilidad", adujo. Los podemistas se lamentan. Afirman que lo único que han recibido como respuesta a sus propuestas son "bofetones", en palabras de Rafael Mayoral, responsable de relaciones con la sociedad civil. 

HERIDAS ABIERTAS

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El último encontronazo revela que las heridas siguen abiertas. Los socialistas no perdonan a Iglesias el voto en contra a Sánchez en la investidura de marzo. Los podemistas se sienten ninguneados porque llevan meses con la mano tendida, conteniendo las ganas de devolver los gestos de desprecio.

Admiten que les dolió especialmente el desmentido desmentidode la semana pasada. Iglesias volvió de vacaciones para explicar que había hablado con Sánchez y estaban de acuerdo en explorar un gobierno progresista tras el 2 de septiembre. El PSOE lo negó. "¿Cree alguien que Pablo Iglesias iba a hacer un triple mortal contando una mentira? Evidentemente no", plantea un miembro de la dirección de Podemos. Los morados explican que la desautorización les dejó helados pero les permitió constatar que, en esa guerra fría, lo más prudente es hibernar.