El órdago soberanista

El PSC desafía a los críticos a dejar sus cargos públicos

Joaquim Nadal, junto a varias seguidoras, entre ellas Karmele Marchante, ayer en BCN.

Joaquim Nadal, junto a varias seguidoras, entre ellas Karmele Marchante, ayer en BCN.

JOSE RICO
BARCELONA

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«Quieren hacer daño al partido y continuar cobrando de él». Con esta contundencia resumen fuentes de la dirección del PSC el movimiento de los dirigentes críticos de Girona que ha diezmado la cúpula de la federación y encanallado la tirante convivencia interna a escasas fechas de la campaña electoral europea. El entorno del primer secretario, Pere Navarro, no ve casual esta coincidencia y quiere poner a prueba la honestidad y coherencia de los sectores díscolos, retándoles a abandonar no solo sus cargos en la organización, sino también en las instituciones. Esto es, que renuncien a aquellas responsabilidades remuneradas a cuenta del erario, donde también representan al PSC.

En un intento de retratar a los dimisionarios, entre quienes se hallan los dos históricos tótems del socialismo gerundense, los hermanos Joaquim y Manel Nadal, la dirección socialista niega la mayor de los díscolos -las desavenencias en el debate soberanista- y atribuye el foco de disidencia a una fobia a la democracia interna. «Hay personas que no están de acuerdo con procesos de apertura como las primarias, pero ese es su problema», alertó Navarro antes de enfriar las posibilidades de celebrar un congreso extraordinario para cubrir las 19 vacantes que acumula ya la ejecutiva de Girona.

LUCHA DE PODER / El barón provincial, Juli Fernández, advirtió el martes de que en ningún caso habrá cónclave antes de las primarias que escogerán en junio al alcaldable socialista de Girona. Y en la dirección nacional tampoco gusta la idea de convocarlo antes de las elecciones municipales del 2015, conscientes de que abriría nuevamente en canal la lucha de poder que se vivió en el último congreso, donde los afines a Navarro se impusieron por solo seis votos al sector más catalanista de la federación.

«Lo que la gente no entendería es que, en este momento en que debemos hablar más con la gente, estemos hablando de nosotros mismos en un congreso», subrayó el líder del PSC para cerrar la puerta a la estrategia de los disidentes. En todo caso, la decisión sobre si habrá o no congreso se tomará tras una reunión de la ejecutiva local la próxima semana. Antes, Fernández sondeará a los primeros secretarios de las agrupaciones socialistas de la provincia. Pero, por el momento, la primera medida de Fernández será analizar la situación con el grupo del PSC en la Diputación de Girona, cuya portavoz es una de las dimisionarias, Pia Bosch, que ocupa idéntico puesto en el ayuntamiento de la capital y encabezó la lista municipal en el 2011.

Sobre Bosch recayó ayer la mayoría de las críticas procedentes de la cúpula del PSC. La concejala afirmó el martes, y repitió ayer en la cadena SER, que dimitía de la ejecutiva provincial porque «no se identificaba con el rumbo emprendido por la dirección» y «para no ser cómplice de la deriva» del partido. Fernández le emplazó entonces a ser consecuente y, por estas mismas razones, dejar sus dos cargos públicos retribuidos. En esta diferencia de criterio sustenta la dirección del PSC la acusación de que la operación puesta en marcha por los díscolos es una maniobra para conservar in extremis el escaso poder orgánico que aún les queda en el seno del partido.

A la estrategia de señalamiento se sumó, incluso, el PSOE, en una nueva muestra de coordinación y apoyo con la cúpula del PSC. La vicesecretaria general y cabeza de lista a las europeas, Elena Valenciano, también censuró que los críticos -«una minoría», recalcó- se aferren a sus cargos institucionales y les acusó de no respetar la democracia interna, en este caso por no aceptar que, por amplia mayoría, los socialistas optasen por descolgarse del proceso soberanista de Artur Mas. «Esto es así también el derecho a decidir», ironizó.

FUTURO INCIERTO / Más allá de negar todas estas acusaciones, Bosch no quiso desvelar si competirá en las primarias con la aspirante oficialista, Sílvia Paneque, la actual líder de la agrupación del PSC en Girona. Y Joaquim Nadal, que hoy hará pública la carta que el domingo pasado le remitió a Fernández para comunicarle su renuncia como presidente de la federación gerundense. Un cargo, según lo definió ayer él mismo, «demasiado decorativo», y a esa falta de responsabilidades ejecutivas se aferró para justificar que no haya podido evitar el cisma.

Nadal se limitó ayer a constatar por enésima vez que existe una «preocupante brecha» dentro del partido y convino a los críticos a unir fuerzas en un movimiento alternativo a Navarro. ¿Dentro o fuera del PSC? El exconseller hizo gala en esta ocasión de su ambigüedad recurrente para no mojarse en un proceso de reflexión que las diferentes corrientes díscolas mantienen abierto hace más de dos años. «Si no se van, es porque saben que fuera no lograrían nada y dentro hacen más ruido», sostienen en la cúpula socialista, que también rechaza la tesis de que la marca se desangra en el territorio.