Mirador

La prisa del Rey

ROSA PAZ

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Esta crisis que arrasa con todo, desde la bonanza económica y el bienestar social a la confianza en los políticos, está causando también una profunda desafección a todas las instituciones. También a la Corona. Va para un lustro que los ciudadanos empezaron a sufrir en sus carnes el empobrecimiento general provocado por el paro, las reducciones salariales, la falta de expectativas de futuro -y de presente- y, para más inri, los recortes en aquellos servicios esenciales que tienen la función de dar seguridad cuando se pierde el trabajo, la salud o se llega a la edad de la jubilación. Así que con esa mezcla de irritación, desesperanza y miedo que caracteriza ahora a la sociedad española, muchos ciudadanos ven a los gobernantes como unos seres que gozan de grandes privilegios mientras son incapaces de encontrar la salida a la crisis.

Aunque nunca hasta ahora la desafección había sido tan profunda, los políticos han padecido en otros momentos de crisis o de grandes escándalos de corrupción ese desapego de los electores. Pero el descrédito no había afectado anteriormente alRey, que gozaba del respeto general por su papel de gran estabilizador en la transición a la democracia. De hecho, en un país en que ni la derecha es masivamente monárquica, la actuación de donJuan Carlos en ese tránsito de la dictadura a la libertad, especialmente frente al intento de golpe de Estado del 23-F, hizo que surgieran millones de juancarlistas. Pero han pasado más de 30 años y el juancarlismo, que registra bajas por defunción y por desencanto, no se ha renovado porque los jóvenes, indignados con la situación, no se sienten vinculados por un pasado que les suena a batallitas de sus abuelos.

Ese desapego que elMonarcacomparte con los grandes partidos tiene mucho que ver con eso que él denominó «quimeras» y que, en parte, es un síntoma más del malestar social, del desánimo y la frustración que se vive en una España que se creyó rica y ahora se ve arrojada a la cola del paro. Por eso también la entrevista del viernes en TVE fue una ocasión perdida. No solo porque no se preguntó alReypor las cuestiones que más han deteriorado la imagen de la Corona -los negocios de su yernoIñaki Urdangariny la cacería de Botsuana que le obligó a pedir perdón a los españoles- sino porque la charla de dos veteranos del 78, sin aspecto de sufrir las mismas penalidades que la mayoría de la ciudadanía, y que ni siquiera hablaron de qué pasó la noche del 23-F a ver si así los jóvenes valoraban al menos la épica, no es la que más ayuda a mejorar los índices de popularidad. Seguro que elReytiene prisa en demostrar que está al frente del Estado y no convaleciente o de cacería, pero más importante que actuar con rapidez es acertar en lo que se hace.