Las finanzas de la Generalitat

Mas acepta escalonar el proceso del pacto fiscal para atraer al PSC

Artur Mas, ayer, durante una visita a la nueva planta de producción que la empresa catalana de cableados Relats ha puesto en marcha en Tánger.

Artur Mas, ayer, durante una visita a la nueva planta de producción que la empresa catalana de cableados Relats ha puesto en marcha en Tánger.

FIDEL MASREAL
CASABLANCA ENVIADO ESPECIAL

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Encaje de bolillos hasta el final. Es lo que se propone hacer el presidente de la Generalitat, Artur Mas, para trenzar un más que difícil consenso en materia de pacto fiscal. Un acuerdo que abrace al mismo tiempo la propuesta de CiU, las posiciones de ERC e ICV-EUiA y las tesis que el PSC defiende en materia de financiación, sin descartar, aunque sea formalmente, al PP catalán. En un camino que cada vez se asemeja más al largo y tortuoso proceso del Estatut, Mas no quiere tirar la toalla sobre un posible acuerdo a cuatro bandas y, a la vez, pone las cartas sobre la mesa en cuanto a los límites de lo que está dispuesto a ceder.

Por eso, ayer, el líder de CiU decidió interpretar como un paso adelante la concreción del modelo fiscal que planteó el primer secretario del PSC, Pere Navarro. «Tiene aspectos claramente positivos», dijo Mas. Pero a renglón seguido avisó de que para alcanzar el punto de acuerdo con los socialistas no está dispuesto a «diluir» las bases de la propuesta que abandera CiU y que pretende plantear al Gobierno de Mariano Rajoy a finales de este año.

Los objetivos a los que no está dispuesto a renunciar son tres: que el modelo catalán represente salir de la ley común de financiación del resto de comunidades (la LOFCA); que aunque sea de forma gradual, el sistema desemboque en una agencia tributaria propia para Catalunya (en términos coloquiales, que la Generalitat tenga la llave de la caja de recaudación de todos los impuestos) y que se fije una cuota de retorno al Estado en virtud de los servicios que presta en Catalunya y a un porcentaje de solidaridad interterritorial.

CONVERSAR CON NAVARRO Mas se mostró dispuesto a mantener conversaciones directas con Navarro para empezar a dar forma a ese encaje de bolillos. La clave pasa porque las líneas rojas de CiU y el PSC converjan en un cierto gradualismo sobre la entrada en vigor del nuevo modelo. Es decir, una puesta en funcionamiento progresiva que permita a los socialistas no abrazar de entrada las tesis rupturistas de CiU y que, a la vez, evite que los nacionalistas tengan que renunciar a su objetivo final.

Todo ello, añadió Mas, sin perder de vista que no habrá acuerdo con Navarro si este provoca que ERC e ICV-EUiA se descuelguen.

SIN DINERO A todo ello hay que añadir una variable absolutamente decisiva, y es que la situación política y económica del Govern bascula entre la flexibilidad parlamentaria y las urgencias de tesorería. El estado de las arcas de la Generalitat sigue siendo más que precario. Por ello Mas pidió ayer abiertamente otro año de margen para poder cumplir con el objetivo de reducir el déficit público catalán del actual 3,7% al 1,3% del PIB. «Creo que con un año más tendría que haber suficiente», afirmó en una rueda de prensa en Casablanca. Mientras esa flexibilidad no llegue, el presidente aseguró que intentará cumplir con el objetivo oficial a finales de año. Pero fuentes del Ejecutivo catalán consideran más realista que la cifra que se debe alcanzar a finales del 2012 tendría que acercarse al 1,8% o al 2%.

El Govern defiende que el pacto fiscal se convierte así en una necesidad acuciante para solucionar la falta de liquidez de la Generalitat. Y más cuando aún no hay concreción alguna sobre deudas pendientes de la Administración central con Catalunya. Como los 759 millones de euros de la disposición adicional tercera del Estatut, pactados con el anterior Gobierno socialista pero que no han llegado a las arcas catalanas. Una cifra a la que en el 2012 toca añadir otros 211 millones.

OBJETIVOS IMPOSIBLES Mas sigue advirtiendo al Gobierno de Rajoy y a la Unión Europea que, pese a compartir el objetivo de reducción del déficit, el ritmo para alcanzar ese fin es absolutamente inasumible. Si a todo ello se añaden las pésimas perspectivas de ingresos públicos debido a la nueva etapa de recesión económica, las alarmas se vuelven ensordecedoras.

En este contexto, elpresident apuesta por seguir las políticas de recortes sin vacilar y tratar de estimular el flujo económico desregulando el marco legal con las leyes ómnibus y promoviendo, con viajes como el de Marruecos, que las empresas catalanas busquen oxígeno en el exterior. Y es que, de momento, elpulmóndel pacto fiscal está solo al inicio de un complicado encaje de bolillos.