LA ENCRUCIJADA ROJIVERDE

IU llega a las primarias minada por las guerras entre sectores

Alberto Garzón pregunta al presidente del Gobierno en la sesión de control, el pasado miércoles.

Alberto Garzón pregunta al presidente del Gobierno en la sesión de control, el pasado miércoles.

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Izquierda Unida se halla en una encrucijada y nadie sabe si las primarias que se celebrarán el 15 de febrero para designar candidato a las elecciones generales disiparán las dudas o alimentarán el desasosiego que vive una fuerza en pleno descalabro. Dos hombres han dado un paso al frente. El primero, la revolución del partido, el diputado Alberto Garzón, con el ADN del 15-M en las venas y la ambición en la mente. Frente a él, un perfecto desconocido, Nicolás García Pedrajas, militante de Córdoba, en el que muchos solo ven una liebre para el lucimiento del malagueño. Ambos compiten en unas primarias con un censo de 82.000 personas y la única duda, en realidad, es si Garzón será capaz de taponar las hemorragias de las luchas intestinas.

Garzón encabeza el sector crítico que se enfrenta a los guardianes de la ortodoxia del partido. Su figura ha acumulado poder en el último año y asume ya algunas las labores de líder del grupo parlamentario. El pasado miércoles se encargó de preguntar al presidente del Gobierno en la sesión de control en el Congreso, una tarea que pertenecía al coordinador federal, Cayo Lara. Ante su previsible victoria, los responsables pertenecientes a la corriente clásica dentro de IU han empezado a abandonar el barco. El secretario de organización, Miguel Reneses, que se vio salpicado por el escándalo de las tarjetas opacas de Cajamadrid, dejará su cargo y acusa a Garzón de tener «tics autoritarios». El propio Lara ya anunció en noviembre que no competiría con el malagueño. Pero la pista aparentemente despejada no significa que no existan dagas voladoras en la organización.

Si bien la presencia del joven diputado insufló inicialmente nuevos aires a IU, ni su capacidad mediática ni su tesón han evitado el descalabro en las encuestas. Según el último estudio electoral del CIS, el de octubre pasado, IU solo recibiría el 4,8% de los votos. Las matrices de fugas de electores son sobrecogedoras. La mitad de sus simpatizantes apoyan a Podemos, lo que ha empujado a Garzón a soñar con una lista conjunta para las legislativas con su amigo Pablo Iglesias. La idea no ha seducido a nadie. La facción ortodoxa de IU lo aborrece y Podemos no quiere ni oír hablar de la propuesta. De hecho, Iglesias ni siquiera se ha sentado a escucharle.

Izquierda Unida afronta también momentos complicados en sus federaciones. En Andalucía, el bastión del partido, el calendario electoral genera incertidumbres. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, agita el fantasma de la inestabilidad en el pacto de gobierno PSOE-IU como argumento para adelantar las elecciones, un hecho que deja a la federación de izquierdas en suspense. ¿Volverían a ser socios de un eventual nuevo Gobierno del PSOE o los socialistas elegirían a otra fuerza como Podemos?

EXTREMADURA, ASTURIAS, MADRID

El horizonte también resulta complicado en Extremadura, donde IU gobierna con el PP en una alianza incómoda para la dirección federal de la organización, y en Asturias, donde el diputado y exlíder del partido Gaspar Llamazares se enfrenta en primarias al coordinador en el principado.

Pero el enclave con mayor riesgo es, con diferencia, Madrid. En la capital se juega el partido decisivo para controlar la federación y, en el terreno autonómico, Garzón ha unido su suerte a la de Tania Sánchez, candidata a la presidencia de la comunidad. Sin embargo, el futuro de esta pende de un hilo, el que puede seccionar el Tribunal Superior de Justicia madrileño si la imputa.