la irrupción de un nuevo partido

Podemos exhibe su fuerza y se ve ganador

Una multitud toma el centro de Madrid para reclamar un «cambio» e Iglesias se fija el reto de batir al PP en las urnas

MERCEDES JANSA / MADRID

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Podemos, un partido político casi recién nacido, congregó este sábado a miles de personas en el centro de Madrid -más de 300.000 según el partido y unos 100.000 según la policía municipal- para demostrar al resto de partidos y a ellos mismos que las cosas no son iguales que antes de la crisis, y que el mapa político va a cambiar en las sucesivas citas con las urnas convocadas para este año. Pablo Iglesias y su equipo expresaron su convencimiento de que están haciendo historia y de que algún día los libros recordarán la fecha del 31 de enero del 2015.

No hubo discursos de contenido político, sino mensajes emocionales dirigidos al corazón de un público entregado que fue unánime al gritar «sí se puede». La intención no era detallar las alternativas, ni siquiera criticar o descalificar al adversario. Eso se daba por sabido. El «tictactictac» acuñado por Pablo Iglesias estuvo en las gargantas de los asistentes, que casi exclusivamente reclamaban un «cambio».

El líder, que fue aclamado como «presidente», recuperó una idea de los tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero: «No os fallaré», aseguró. Y con firma propia resumió así su mensaje: «Podemos soñar, podemos vencer». Alegría, sueños, quijotes, pueblo, cambio y democracia fueron las palabras que más repitieron los seis dirigentes de Podemos que intervinieron al final de un acto que, más que una marcha, fue una masa compacta que apenas se movió en el recorrido trazado entre la plaza de Cibeles y la Puerta del Sol.

KILÓMETRO CERO REPLETO

 Los convocantes cumplieron su objetivo de que se viera el emblemático kilómetro cero repleto, como un recordatorio de cuando empezó todo, con las acampadas del 15-M del 2011. Hubo constantes referencias a este movimiento, embrión de Podemos, y a las mareas sectoriales (sanidad, educación...) que en los últimos cuatro años han mantenido sus protestas en la calle. Y, por supuesto, se aplaudió a Syriza -Iglesias, incluso, pronunció unas palabras en griego- por plantar cara a Europa.

«Angela Merkel Mariano Rajoy han pedido su delegado en Atenas», dijo, y se apuntó al modelo griego de tratar con Bruselas. «Hay que reestructurar la deuda de una manera rigurosa, solvente y honesta, acorde con la cuarta economía del euro que es España», añadió como mensaje político más explícito. El equipo dirigente -Luis AlegreJuan Carlos MonederoCarolina BescansaÍñigo Errejón Pablo Iglesias, todos con citas de poetas en las cuartillas que leyeron- evitó identificar explícitamente a los asistentes con futuros votantes del partido, aunque les lanzó los anzuelos para que así sea.

Errejón fue el más claro al ofrecer «mano tendida y respeto a los que hayan votado al PP o al PSOE», las dos únicas siglas que salieron a relucir en todo el acto. «No importa de dónde vengamos, importa hacia dónde caminamos, hacia un país de ciudadanos y no de siervos», remachó.

ARRIBA Y ABAJO

La llamada Marcha del Cambio, como explicaron los dirigentes de Podemos, no trataba de reivindicar nada, sino de aunar la idea de que el cambio político en España se dará en este 2015. «No estamos para protestar», afirmó Iglesias. «Podemos soñar, podemos vencer», repitió tras explicar, no en conceptos ideológicos sino físicos, por qué el país ha llegado a esta situación: «Solo cuando los de abajo quieren y los de arriba no pueden, se abre paso el cambio».

Se habló, cómo no, de la «casta», de los banqueros y del lujo, de los recortes en sanidad y educación, de los millones de euros pagados a las eléctricas, de los que «no pueden calentarse este invierno», de los desahucios y de los «sueldos de miseria».

Para lograr que se materialice en las urnas el deseo de cambio de la sociedad que Podemos dice representar, Iglesias apeló a los sentimientos. Recordó a la gente «humilde y valiente» que resistió en Madrid la invasión francesa de 1808 y, sobre todo, al espirítu quijotesco que, según algunos, define el carácter español. «Hacen falta más quijotes, hacen falta soñadores», apostilló.

También reivindicó el término 'patria' al decir que «no es una marca, ni una pulsera, ni un pin en la solapa, sino una comunidad que proteja a sus ciudadanos y que respete la pluralidad nacional».

APOYO A MONEDERO

La corrupción no fue tan protagonista en unos discursos muy generales y con tintes literarios. Errejón explicó que no solo se es corrupto por «meter la mano en la caja», sino «por robarles las instituciones a la gente». Monedero, en el ojo del huracán por el origen y destino de más de 450.000 euros por asesorar a varios gobiernos latinoamericanos, ni mencionó la palabra de marras, pero dejó caer la respuesta: «Su odio, nuestra sonrisa». En todo caso, muchos asistentes le expresaron su apoyo.