MIRADOR

De un plebiscito a otro

JOAQUIM COLL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La alambicada pregunta de la dirección de Unió a su militancia y la esquiva posición que adoptó Artur Mas en el Parlament constituye otro episodio solo apto para 'procesólogos'. Que el 'president' afirme que no hay nada en la pregunta que contradiga el preacuerdo firmado por CDC y ERC es un ejercicio de malabarismo circense. "'El meu mal no vol soroll'", debe de pensar Mas, que prefiere no interferir públicamente en el plebiscito interno al que va a someterse Duran Lleida el 14 de junio. Esta actitud de hacerse el sordo confirma que tiene decidido convocar elecciones el 27-S, pase lo que pase. Fíjense que, al día siguiente de las municipales, la Generalitat puso en marcha la campaña 'Preparats', que nos invita a hacer posible "'una Catalunya millor'". No se nos suministra ninguna información útil sobre los servicios públicos como exige la ley de comunicación audiovisual, sino solo pura propaganda con aroma secesionista. Nos ha costado a todos, eso sí, más de un millón de euros en publicidad.

Que a Mas aparentemente no parezca importarle lo que suceda en Unió puede tener bastante que ver con su propia estrategia electoral. Se rumorea que, a falta de esa lista única con la que soñaba, ya está trabajando en una candidatura suprapartidista, transversal, donde las siglas de CDC queden escondidas, y lo único que se ponga en valor sea su figura como conductor del proceso y garantía de estabilidad ante un escenario político tan imprevisible como fragmentado en el futuro Parlament. Si el sector independentista de UDC sale derrotado, siempre tendrá un hueco en la lista del 'president', y entonces los de Duran deberán decidir si concurren por su cuenta el 27-S o se funden en la nada.

El problema para unos y otros es que el eje social, que estaba en letargo en Catalunya, se está cruzando con el nacional y amenaza con desplazarlo. Ya ha sucedido otras veces en la historia. A principios del siglo XX, la estrategia de la burguesía nacionalista se vio socabada por las luchas obreras y anarcosindicalistas. Ahora al soberanismose le cruza la cruda realidad de una sociedad rota por la pobreza, la precariedad laboral, el desempleo estructural y el deterioro de los servicios públicos.

El secesionismo a la izquierda de Mas dice combinar ambos ejes, pero su maniobra envolvente está cosechando calabazas. Frente a las exigencias formuladas por Oriol Junqueras para entrar a gobernar en Barcelona, Ada Colau ha dicho que no se sumará a ninguna «hoja de ruta impropia» con CDC. En esta nueva fase de la política catalana, estar a favor del derecho a decidir ya no significa nada. Pronto va a aparecer una Catalunya en Comú que afirme ser aliada de un proceso cuyo primer objetivo sea echar a Mas. En efecto, el 27-S apunta a que va a ser un plebiscito. Adivinen contra quién.