Análisis

¿Pero quién asesora al 'president' Mas?

CARLES PASTOR

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Decenas de miles de personas se manifestaron ayer en Barcelona contra los recortes en políticas sociales anunciados -y aplicados- por el Govern de la Generalitat dentro de su programa de contención del déficit. Una primera constatación: el protagonismo de la protesta no fue de los partidos políticos de la oposición, sino de los sindicatos y de los movimientos sociales, oenegés y asociaciones de padres de alumnos, entre otros. Familias con hijos pequeños y bebés acompañaron a personal sanitario, maestros, funcionarios diversos, sindicalistas y los progres de siempre que no han sido digeridos por el sistema.

Los partidos tuvieron una presencia marginal: poquísimas banderas del PSC, unas pocas más del PSUC y, especialmente, de grupos extraparlamentarios. Solo dos partidos desfilaron detrás de una pancarta propia, ICV y ERC, conHerrera,MirallesyGomà, por una parte, yRidao,PortabellayTardàen la otra. Los socialistas, que no habían sido vistos en las protestas del 2010 contra la reforma laboral y de pensiones del Gobierno del PSOE, fueron tan discretos que ninguno de sus dirigentes más conocidos se dejó ver, ni siquiera «a título personal» como habían anunciado.

Afortunadamente para ellos, porque no faltaron las pancartas poco amables contra el alcaldeHereuy su concejalaEscarp, que llevaban bomberos y otros funcionarios del Ayuntamiento de Barcelona. Y la marcha la cerraba una gran pancarta con el lema «Zapatero: paga», sin firma, pero cuyos portadores lucían emblemas de CCOO, que aludía obviamente al fondo de competitividad. Y una curiosidad: una bandera rojigualda ondeó junto a multitud desenyeres, las inevitablesesteladesy las tricolores enseñas republicanas.

Se equivocará el Gobierno de la Generalitat y la dirección de CiU si pretenden desacreditar la movilización de ayer y de días atrás atribuyéndolas a intereses electoralistas de la oposición. Por supuesto que a la izquierda le favorece el clima de contestación a la política socioeconómica liberal del Gobierno deArtur Mas, y que para los socialistas en particular este movimiento se ha convertido en el principal asidero para frenar el ascenso electoral del centroderecha nacionalista, pero las raíces de la protesta son más profundas y menos instrumentales.

Porque ninguna administración, de derechas, de centro o de izquierda, puede convencer fácilmente a la población de que la única solución para combatir la crisis económica es la medicina de caballo de recortar derechos y servicios sociales y las medidas de ajuste financiero que ahogan el crecimiento y con él la creación de empleo.

Sobre todo cuando se comete el error garrafal de acompañar la tijera en políticas sociales con decisiones destinadas a favorecer a las clases sociales más favorecidas, como es el caso del Gobierno catalán: supresión prácticamente total del impuesto de sucesiones, promesa de hacer lo mismo con el de donaciones y el anuncio de mejorar el IRPF para las grandes fortunas. Toda una provocación.

¿Pero quién asesora aMas?