PERFIL

Juan Ignacio Zoido, el pastelero que acabó en la judicatura

Llamado a tomar las riendas del negocio familiar, optó por las leyes y la política, convirtiéndose en el alcalde de la mayoría absoluta en Sevilla

Juan Ignacio Zoido

Juan Ignacio Zoido / periodico

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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Dicen que Juan Ignacio Zoido (MontellanoSevilla, 1957) iba para pastelero. Él fue el elegido para tomar las riendas del obrador Hijos de Manuel Risco, el negocio familiar en Fregenal de la Sierra (Badajoz) tras la prematura muerte de su padre. Sin embargo, su madre retó al destino y decidió que los hijos tenían que estudiar, empeñándose en la tarea. Y Juan Ignacio, el mayor de cinco hermanos, dejó las mezclas de harina y levadura y optó por las leyes, que era lo que le gustaba de verdad.

Aunque se crió en Extremadura, el nexo lo tuvo siempre con Andalucía, y más concretamente con Sevilla. Presume de campechanía y de fe católica, algo que le ha ayudado a sobrellevar los dos golpes más duros de su vida: la muerte de su padre y, en el 2003, la del segundo de sus hijos, José María, en un accidente de tráfico. De ambos golpes se sobrepuso con una frase que su entorno dice que no se le cae de los labios cuando le toca afrontar problemas: "Hay que dar la patada para adelante”.

DELEGADO DEL GOBIERNO

Fue precoz para aprobar las oposiciones de juez y asumir el decanato de los jueces de Sevilla, un puesto en el que entablaría relación con la jueza del caso de los EREMercedes Alaya, lo que años más tarde le valdría críticas y reproches desde las filas socialistas durante la instrucción del mayor escándalo de corrupción vinculado a la administración socialista en la comunidad. Él mismo puso el germen de esta investigación en un juzgado tras denunciar en el 2009 las supuestas mordidas exigidas en el mercado de mayoristas de Sevilla.

Desde su puesto como juez decano cargo entabló relaciones con políticos del PSOE --convenció a María Teresa Fernández de la Vega para conocer las deterioradas instalaciones judiciales-- y el PP, pero fue precisamente su amistad con Margarita Mariscal de Gante, la primera ministra de Justicia de José María Aznar, la que le llevó a la política, siendo designado director general de Relaciones con la Administración de Justicia. Después llegaría la Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha (2000-2002), donde entabló amistad con José Bono, pero también con María Dolores de Cospedal. De ahí saltaría a la Delegación del Gobierno en Andalucía (2002-2004), donde conocería a su gran mentor, Javier Arenas.

Desde ese momento, protagonizaría una carrera política fulgurante: se afilió al PP en el 2004, y en poco tiempo se convirtió en el secretario general del partido en la región. Sin embargo, su gran aspiración era Sevilla. Desde el ayuntamiento, intentó romper con las mayorías del PSOE e IU, y aunque ganó las elecciones en el 2007, no pudo ser alcalde. Se desquitaría en el 2011, después de cuatro años pateándose las calles y saludando a todos y cada uno de los vecinos de los barrios: con su imagen risueña y cercana, les llamaba por su nombre y les preguntaba por toda la familia mientras les daba un apretón de manos.

El 'efecto Zoido', que la oposición descalificó como "abrazafarolas" o "populista", conquistó a los sevillanos y rompió las encuestas y la barrera del PP en la capital hispalense, logrando la mayoría absoluta con 20 concejales. Durante esos años se le vio feliz codeándose con toreros, duquesas y la elitista sociedad sevillana en saraos y procesiones varias. La presentación de su biografía, 'Zoido, destino Sevilla', congregó a un millar de personas, entre ellas Mariano Rajoy.

SUCESIÓN ANDALUZA

El batacazo posterior fue duro, y la escasa gestión hizo que el partido bajara a los 12 ediles, aunque siguió como la lista más votada. Por si fuera poco, en el 2012 su vida en el partido también daría un vuelco. Arenas ganó por vez primera las elecciones autonómicas, aunque la alianza PSOE-IU le impidió gobernar. Abrumado, decidió retirarse de la política andaluza, y fue el peón perfecto en la batalla soterrada que mantenía el todopoderoso líder andaluz con Cospedal en la interna del partido.

Zoido aceptó a regañadientes hacerse con las riendas del partido, pero nunca estuvo cómodo porque le suponía quitar dedicación a la ciudad, y, con ayuda de la manchega, se encargó de la transición buscando el relevo en su compañero y amigo José Luis Sanz, quien llegó a sentirse presidente del PP andaluz. Pero la conjunción de intereses entre Arenas y Soraya Sáenz de Santamaría logró imponer a Juan Manuel Moreno Bonilla. Ahí empezó su declive. Refugiado en el escaño del Congreso tras perder la alcaldía, merced al apoyo de Cospedal, mantiene viva la pugna por el PP de Sevilla, único territorio que sigue siendo hostil al actual presidente regional.