EL PERFIL

Alfonso Guerra: de reformador a inmovilista confeso

El veterano dirigente socialista se ha connvertido en un político de hierro, implacable ante el fuerte ascenso del soberanismo en Catalunya

Alfonso Guerra conversa con Soraya Rodríguez, durante el pleno del Congreso, el pasado 29 de octubre.

Alfonso Guerra conversa con Soraya Rodríguez, durante el pleno del Congreso, el pasado 29 de octubre. / JLR

JUANCHO DUMALL / Barcelona

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No deja de sorprender que un político que contribuyó a desmontar el viejo PSOE del exilio republicano para abrir paso a un partido de gobierno en la España democrática, alguien que pilotó junto a Felipe González el viaje de la formación de Pablo Iglesias desde los postulados marxistas hacia el pragmatismo socialdemócrata, alguien, en fin, que dio una lección de flexibilidad al negociar con Fernando Abril Martorell las líneas maestras de la Constitución de 1978 puede haberse convertido en un político de hierro, implacable ante el fuerte ascenso del soberanismo en Catalunya e incapaz de hacer una valoración más templada del papel del PSC en una realidad social muy compleja.

El apasionante viaje político de Alfonso Guerra González (Sevilla, 1940) desde Suresnes (1974) hasta la actualidad se divide en dos tramos, el que corresponde al reformista incansable, aquel que pronosticaba que después del gobierno socialista a este país no lo iba a conocer «ni la madre que lo parió», y el del patricio de la política que desde la presidencia de la Comisión Constitucional del Congreso (del 2004 al 2011) y de la Comisión de Presupuestos (en esta legislatura) ha ejercido de guardián de las esencias constitucionales frente a los nacionalismos vasco y catalán, que demandan una interpretación más abierta de la Carta Magna.

Hombre de frases célebres, ha desmentido, sin embargo, que dijera alguna una vez aquello de que "quien se mueva no sale en la foto", sentencia que remitía a su enorme poder en el partido en tiempos en los que Felipe mandaba en España desde la Moncloa y él controlaba desde la sede de la calle de Ferraz el enorme aparato de poder del socialismo.

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