Buscando el 'efecto Cobi'

El PDECat espera que su nuevo logo pase de no gustar a ser muy valorado

Carles Puigdemont, durante un acto en Barcelona del Partit Demòcrata Europeu Català.

Carles Puigdemont, durante un acto en Barcelona del Partit Demòcrata Europeu Català. / periodico

TONI AIRA / BARCELONA

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Mientras en el Partit Demòcrata (PDECat) aún estaban de parto con su nuevo logo, el sábado, ya en las redes sociales había empezado el concurso de ocurrencias, a ver quién lo ridiculizaba más. Que si recuerda al logo de La Caixa, al del Samur, al del Servei Català de la Salut, al sambenito del Día de Los Santos Inocentes o incluso al famoso Cobi de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. De hecho, entre los responsables de la criatura, confiaban en un efecto similar al del mítico perro de Mariscal: “Al principio no gustaba a nadie y la mofa fue generalizada, pero al final lo conocimos todos y nos pareció la gran cosa”. Difícilmente un logo de partido cosechará esa estima generalizada, y más cuando nace tan neutro (como muy aséptico y frío) en tiempos políticos en los que el votante busca claridad y definición en todos los frentes. Pero va a ser conocido, eso ya está asegurado. Es un primer paso, no baladí.

De todas maneras, el logo, de hecho la identidad corporativa de la organización, es solo uno de los dos frentes a través de los cuales un partido proyecta su imagen. El otro pilar sobre el que construir, es la imagen en un momento dado vía líder y equipo. Y por eso el sábado, liderando el acto de presentación de la nueva identidad corporativa del PDeCAT, ahí estaba el president Carles Puigdemont. Y Artur Mas no asistía ni entre el público. Eso también es mensaje, y más en los tiempos que corren y que en clave de comunicación política lo resumen muy bien los norteamericanos: “El candidato es el mensaje”. De ahí que Pablo Iglesias o Ada Colau estamparan sus rostros en sus papeletas electorales, en las elecciones europeas de 2014 y en las municipales de 2015, respectivamente. Este es el principal frente a cubrir a día de hoy por el Partit Demòcrata, en cuanto a imagen. ¿Sabemos si Puigdemont será su candidato a la presidencia de la Generalitat en unas próximas elecciones? E ahí la gran incógnita, camino de la redefinición del proyecto.

El de la imagen corporativa es seguramente el menor de los problemas que tiene el PDeCAT. La heredera de una Convergència que en su día cosechó amplias mayorías absolutas tiene ahora sobre todo, un problema de expectativas. Otros que como ellos también fueron mucho, como el PSC o ICV, o no están en el Govern, o están mucho peor en escaños (y en perspectiva de futuro), o van camino de la fusión con otras siglas. Pero eso no les debería ser consuelo. Ahora han resuelto lo fácil, lo cromático, lo corporativo. Pero una marca cuesta mucho más de construir. Ayer pusieron solo una de esas piedras que, muy al estilo convergente, les ha de llevar poco a poco a construir un nuevo “hogar” donde muchos se puedan sentir confortables y representados.

CANDIDEZ CONVERGENTE

El nuevo logo puede recordar al del sambenito del Día de Los Inocentes. Ellos reivindican ese punto de candidez respecto a otros que estarían aplicando mucho cálculo partidista en 'el procés'. El PDeCAT considera que va de cara y arriesgando lo que otros no arriesgan. A los que el logo les recuerda el frente sanitario, siempre se les podrá decir que tradicionalmente a lo que era Convergència se le ha atribuido una endémica “mala salud de hierro”, pero ahí sigue y no acaba de desaparecer. Y, finalmente, el logo también suena a un asterisco. Como los que se utilizan en un texto para aclarar o concretar alguna cosa. Como una nota a pie de página. Un apunte sin lo que el conjunto no se acaba de entender del todo. ¿Saben aquello de “sin Convergència no hay independencia”? Pues eso: ahí el asterisco o, si lo quieren ver así, el 'estel' independentista que se come la 'senyera'. Una especie cruce de trayectorias que confluyen (o convergen) en un punto de encuentro, como aquel logo multicolor de la candidatura de Lluís Rabell (CSQEP) al Parlament.

Y la idea era fijar el nuevo nombre como referencia, con todas sus letras: 'Partit Demòcrata'. Lo de 'Europeu' a qué les obligó el ministerio de Jorge Fernández cuando se les discutía nombre y siglas queda implícito en el azul (como la bandera de la Unión Europea). Un azul, por cierto, típico de los partidos de centro-derecha en nuestro entorno. Quizás muy oscuro, en la línea de aquel mítico título de película, 'Azuloscurocasinegro'. Pero su significado es siempre el mismo: ley, orden, institución, estabilidad. O sea: lo de antes pero nuevo. ¿Se entenderá? Puigdemont decantará la balanza.