LA ENCRUCIJADA DEL SOCIALISMO

Patxi López se presenta para liderar un PSOE "de izquierda exigente"

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Dos de las palabras más repetidas este domingo por Patxi López durante su presentación como candidato a liderar el PSOE fueron “unidad” e “izquierda”. Con los socialistas profundamente divididos, el exlendakari, el primero en dar el paso hacia una carrera que se resolverá en las primarias de mayo, se retrató a sí mismo como alguien que no va “contra nadie”, un socialista clásico que pretende unir al partido y que este marque más distancias con el PP. López no citó a Susana Díaz, a quien todos los dirigentes dan como su segura rival, pero buscó la diferenciación con la presidenta de Andalucía, cuya imagen entre las bases se encuentra deteriorada a raíz de la caída de Pedro Sánchez Pedro Sánchez y la traumática abstención en la investidura de Mariano Rajoy Mariano Rajoy, que ella defendió.

El de López es un caso distinto. Rechazó facilitar el gobierno del PP y se implicó mucho menos en la cruenta batalla del pasado año, algo que puede jugar a su favor, tanto como el hecho de que el dirigente vasco cuenta con un escaño en el Congreso y Díaz no. El exlendakari aspira a concitar el apoyo de todos los que estuvieron con Sánchez hasta su dimisión, pero también ir más allá, con un proyecto de “izquierda exigente” y “sin complejos”. En su puesta de largo como aspirante abogó por “volver al socialismo” y por no cambiar la relación con el PSC, en un momento en el que esta se encuentra discutida, hasta el punto de que parte del PSOE aboga porque los socialistas catalanes no participen en las primarias.

LA IMPORTANCIA DE CATALUNYA

“No entiendo un PSOE sin el PSC. Sería el peor mensaje que podríamos lanzar al país. No entiendo ser elegido sin que los socialistas catalanes participen. Si alguien quiere plantearlo, yo me opondré radicalmente”, dijo López, cuyo primer acto con la militancia será la próxima semana en su pueblo, Portugalete (Vizcaya).

Catalunya, la segunda autonomía en número de afiliados (unos 17.000, solo por detrás de los cerca de 40.000 que hay en Andalucía), puede volver a jugar un papel determinante en el futuro del PSOE. El equipo de López aspira a concitar allí un apoyo mayoritario con el que contrarrestar en parte la presumible victoria de Díaz en su comunidad. Sobre el papel, la presidenta de la Junta, que todavía no se ha postulado (“queda mucho partido hasta mayo”, señalan sus colaboradores), tendría las de ganar. Cuenta con el apoyo de los secretarios generales más importantes: del valenciano Ximo Puig al extremeño Guillermo Fernández Vara, pasando por el manchego Emiliano García-Page.

Los militantes socialistas se han mostrado en los últimos tiempos muy permeables a los designios de sus dirigentes (Sánchez, hasta entonces un desconocido, se impuso en las primarias del 2014 gracias a la ayuda de los principales barones, empezando por la propia Díaz), pero ese relación entre cúpulas y bases puede estar cambiando. Así lo cree, por ejemplo, un líder territorial que mira al exlendakari con buenos ojos. “Hay mucho enfado de la militancia hacia sus mandos. Y a medida que vamos teniendo más experiencia en primarias, además, el papel de los aparatos es menos relevante”, explica. Fuentes cercanas a López comparten esta visión.

EL FUTURO DE SÁNCHEZ

Como primer secretario general elegido por el voto directo de los afiliados, Sánchez supo explotar ese vínculo, pero sus posibilidades para recuperar el mando del PSOE, si ya eran escasas, lo son más tras el paso al frente dado por López. Casi todos los dirigentes de peso que le apoyaron hasta su caída, como el riojano César Luena, la madrileña Sara Hernández y la balear Francina Armengol, se han desplazado hacia el exlendakari. Pero Sánchez continúa sin aclarar qué hará, y este domingo su entorno explicó que no pensaba apoyar al dirigente vasco.  

“Yo rechazo las etiquetas: sanchismo, patxismo, susanismo… Todos somos socialistas, aunque podemos defender ideas distintas en algunas cuestiones”, concluyó López en su presentación, donde pidió, sin grandes concreciones, que el PSOE no sea “una izquierda que actúa como analgésico atemperador de las políticas de la derecha”.