APROBADA LA NORMA QUE DA AMPARO A La convocatoria de noviembre

El Parlament da un paso decidido hacia el 9-N al brindar el marco legal

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Con Escocia en la retina, y pese al no a la independencia conocido ayer, los nacionalistas catalanes y la izquierda se aunaron en el Parlament para vivir uno de los llamados días históricos en el camino hacia la consulta; un camino que, como el del Estatut, puede tener los días contados si el Estado cumple su promesa de cercenar de inmediato la ley de consultas aprobada en la Cámara catalana con una amplísima mayoría y con altas dosis de emoción entre los presentes y los centenares de independentistas convocados por la Assemblea Nacional Catalana a las puertas de la sede parlamentaria.

«Estamos en un terreno desconocido -reconocía Artur Mas en una comparecencia a primer ahora de la tarde para presionar de nuevo al Gobierno de Mariano Rajoy a cuenta del proceso escocés-, porque no lo habíamos abierto en siglos. Pero ahora lo es menos porque una antigua nación de la UE se ha puesto de acuerdo», explicó. Terreno desconocido que el president y su Govern hacen aún más ignoto al no desvelar cuándo se firmará el decreto de convocatoria de la consulta. Juegan al gato y el ratón con el Gobierno en una táctica que, todos reconocen, es más bien minúscula respecto al reto de fondo.

Pero, ¿qué hizo posible que fuerzas tan alejadas entre sí como el PSC, la CUPCiU e ICV-EUiA se sintieran en el Parlament por unos minutos todos vencedores? En primer lugar, el avance democrático que representa una ley que permite a los ciudadanos convocar consultas sin permiso de las instituciones y avanza en sistemas de garantías democráticas y participación en tiempos en los que, como afirmó el diputado de la CUP Quim Arrufat, existe un auténtico «abismo» entre la población y sus instituciones.

El otro elemento de unión es, sin duda, el 9-N. Pero eso ya descuelga al PSC del acuerdo, con lo que ayer los partidarios de la pregunta independentista se centraron en hacer elogios del ejercicio del voto sin entrar en lo que les separa y los socialistas marcaron distancias sobre la convocatoria de noviembre. ERC evitó en todo momento poner de nuevo en apuros a CiU respecto a la desobediencia. Y eso que el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, lanzó de nuevo mensajes críticos contra los socios republicanos.

ICV-EUiA presionó en favor de la consulta sin elecciones plebiscitarias como sustitutivo. Y una consulta, subrayó Dolors Camats, «con todas las garantías», con lo que regresaba a la casilla en la que está ahora el conflicto: ¿se puede llegar al 9-N desobedeciendo al Estado? Imposible, vino a decir el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que en un vídeo grabado, sin preguntas, reiteró su actitud de rechazo total a la consulta. El Gobierno del PP, que lleva días preparando la respuesta inmediata a los próxmos pasos hacia el 9-N, tomó el no escocés como argumento contra las pretensiones secesionistas en Europa y cargó contra la división que generan este tipo de iniciativas si prosperan.

El PP catalán y Ciutadans se encargaron ayer de seguir esta estela, hablando en el Parlament muy poco de lo que se estaba debatiendo (la ley que permite consultar a los ciudadanos sobre cualquier asunto de su interés) y mucho de división, fractura y otras graves consecuencias del llamado proceso soberanista. Todo ello en un un tono especialmente sarcástico, agresivo y a ratos faltón.

En respuesta a Rajoy, Mas le pidió que Catalunya no sea menos que Escocia. Tuvo que admitir ayer que Escocia no abrirá camino en las instituciones europeas para resolver el encaje de un nuevo Estado surgido de un país miembro, pero agregó, en tono positivo, que quizá será Catalunya la que abra esa vía.

Reinó el tono positivo y emotivo en la Cámara, con representantes de la ANC, expresidentes del Parlament y la ausencia notable de Jordi Pujol. Como positivo y emotivo fue el discurso del convergente Josep Rull que había sido padre por segunda vez horas antes y que habló de la ley de consultas como un parto. Rull acabó solemne: «No pediremos permiso ni perdón». No dio más pistas sobre la gran cuestión, la que la prensa extranjera también preguntó sin éxito a Mas horas antes: ¿habrá desafío a la legalidad estatal?

Se emocionó hasta la lágrima David Fernández, de la CUP, al aplaudir la aprobación de la ley, paladeando la vía de la desobediencia que también escgrime ERC. CiU, entretanto, nada entre la alegría y la preocupación, desasosegada ante la dimensión desconocida en la que se ha entrado y las dudas sobre si Mas podrá mantener asido el timón.