El Pacte Nacional pel Dret a Decidir desoye a Mas y ERC

Los integrantes del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, ayer en el Parlament.

Los integrantes del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, ayer en el Parlament.

XABIER BARRENA
BARCELONA

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Los dos principales partidos tanto del Parlament como del llamado frente soberanista fueron ayer desautorizados, precisamente, por uno de esos entes creados ad hoc para generar apoyo social y cívico a sus tesis. El Pacte Nacional pel Dret a Decidir consensuó un texto-resumen de la reunión mantenida en la Cámara catalana en el que evitó etiquetar las elecciones del próximo 27 de septiembre como «plebiscitarias». La moción acordada se limita a reconocer que las elecciones mantienen el «derecho a decidir». Es decir, desoyeron las reiteradas proclamas tanto de Artur Mas como de Oriol Junqueras, sobre todo del primero, tras la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló la ley de consultas.

La respuesta de ambos partidos fue, sin embargo, desigual. CiU se felicitó en parte por haber clarificado posiciones, ya que mientras parte de la izquierda rechaza el independentismo (ICV-EUiA), voces tradicionalmente poco partidarias, como el empresariado, fueron más favorables (Antoni Abad, de la Cecot). ERC, por su parte, reaccionó, de puertas adentro, con virulencia. En la reunión, lejos de mantener el consenso, se pusieron de manifiesto las grietas que genera transformar el concepto de derecho a decidir en independencia. Grietas, de entrada, en la federación nacionalista. El eurodiputado Francesc Gambús, de Unió, hizo una intervención para avisar del recelo que genera el independentismo en la UE. Muy distinta a la de su colega de CDC en la Eurocámara.

ERC, por su parte, cargó las tintas contra los representantes democristianos. «Quieren culpar a ICV-EUiA, pero es UDC, vía Gambús y Joan Rigol», el autor intelectual de la «desleída moción», según los republicanos. Y si Unió molestó a ERC por su acción, CDC lo hizo por su inacción. «Ya les va bien que el texto diga lo que diga», insinuó una voz de Esquerra, percutiendo en la idea de que una cosa es lo que dice CDC y otra lo que hace por la independencia. Por la tarde, casi una decena de diputados de ERC enviaron tuits con un mensaje común: diga lo que diga el texto del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, el 27-S será plebiscitario si así lo quieren los catalanes votando mayoritariamente a opciones independentistas.

Los representantes de ICV-EUiA, CCOO, el Moviment Laic i Progressista y el Consell Nacional de la Joventut tampoco compraron la idea de apoyar el carácter plebiscitario de las elecciones. Iniciativa y el sindicato insistieron en que no hay que buscar «atajos» a la única vía que consideran válida para conocer la opinión ciudadana sobre la soberanía: el referéndum. Las tiranteces llevaron a que, en el ámbito independentista, organizaciones como el CIEMEN sí apoyaran el carácter plebiscitario. La tensión no creció porque sí hubo acuerdo en denunciar la sentencia del Constitucional contra la ley de consultas. Fue significativo el breve discurso final del president Mas presidentevitando entrar en la refriega.

Tras la cita de ayer, de la que no pocas voces cuestionaron su oportunidad, sobre todo porque se sabía que no iba a haber avances, no hay previsión de nuevos acuerdos ni movilizaciones. Y eso que este punto, el de la movilización de las entidades, era uno de los objetivos fijados en anteriores cumbres.

Sin desviarse de la llamada sociedad civil, existe otro factor que tensa sobremanera las ya alambicadas relaciones entre CiU y ERC: el amago de parte de la ANC de promover una lista propia para el 27-S, con el fondo, todavía, de la pugna por la lista única, en principio finiquitada hace más de un mes. La presidenta de la Assemblea, Carme Forcadell, aseguró que la entidad «casi ni contempla» ir a las elecciones del 27-S, y que solo se lo plantearía si los partidos soberanistas no acuerdan una hoja de ruta común para aplicar tras los comicios.

Tras estos movimientos -y después de algunas declaraciones, como las del coordinador general de CDC, Josep Rull, también ayer, que admitió que el «proceso se estaba enfriando» y añadió que ello «no hubiera pasado» con la lista única- ERC ve la mano de la federación.

«Quien quiera reabrir luchas cainitas pasadas [en referencia a la de la lista única] tendrá que explicar por qué lo hace», afirmó una voz republicana. Esta misma fuente apuntó que, además, ahora el deseo de CDC de una candidatura conjunta es solo una estratagema para erosionar a los republicanos, y no un deseo en sí. «Que expliquen por qué quieren una lista conjunta para septiembre, pero no un Govern de concentración ahora», señaló dicha fuente.