LA COMPLEJA INVESTIDURA

Negociar con tres sillas

GEMMA ROBLES / IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Se reunieron este miércoles durante más de dos horas Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. “El tono ha sido cálido”, resumió el socialista. Hubo fotogénico paseo, regalo, conversaciones sobre ocio. Un compromiso de tratarse con “respeto”. La simbólica renuncia de Iglesias a una vicepresidencia que él mismo demandó hace tiempo. Cuatro cesiones de Podemos en materia laboral, fiscal, de déficit y gasto público que los protagonistas de la conversación ocultaron a la prensa pero que fueron captadas por una cámara de televisión en un folio del jefe de los ‘morados’. Se recurrió al sosiego. Y se van a sacar al convulso patio político las sillas para negociar un gobierno en tiempo de descuento. Tres, ahí la principal novedad: una para Sánchez, otra para Iglesias y una tercera para Albert Rivera.

“Con todas las cautelas, ahora estamos más cerca de un gobierno de cambio que de repetir elecciones”, sostuvo Sánchez quien, no obstante, admitió que tiene delante un triángulo por cuadrar que roza la utopía. “Es difícil; complicado. ¿Qué es casi imposible? sí. ¿Qué esta última reunión es un avance?, sí. ¿Qué hay un cambio de actitud?, sí. ¿Qué es sincero?, lo veremos. No nos queda mucho tiempo”, recordó. Exactamente 32 días para que el reloj se detenga y advierta de que llega la hora de disolver las Cortes y volver a convocar elecciones. Salvo que un pacto ‘in extremis’ frene las manecillas.

Hay voluntad. Con sus ‘peros’, pero voluntad por las tres partes. Si se logra un acuerdo, bien. Si no, todos habrán intentado quitarse de encima el cartel de 'la culpa de que haya elecciones fue mía'. Ninguno quiere ese peso. Donde más notable ha sido el cambio: en Podemos. Iglesias renuncia a la vicepresidencia, consciente de que era necesario para acercarse al PSOE e intentar evitar unos comicios a los que iría con un electorado escéptico y una partido al borde de la fractura. Con esa presión y la confirmación de que los socialistas no lo aceptarían en el gobierno tras las “humillaciones” que dicen haber padecido, accedió. Se presentó magnánimo. “Sánchez me ha dicho que en su partido causa rechazo que yo estuviese en ese gobierno”, adujo Iglesias, extremo que el secretario general del PSOE negó. Al margen de si fue una sugerencia socialista o una iniciativa propia -ambas versiones corrieron - su gesto es trascendente por ir acompañado de otra decisión hasta ahora inaceptable para Podemos, sentarse con C's. 

Enterró aquél “Pedro, o Ciudadanos o Podemos. Elige” del 5 de febrero y lo reconvirtió: “No le pedimos al PSOE que rompa con C's, sólo que transforme un pacto de gobierno en uno de responsabilidad”. A lo largo de la tarde, y gracias a una cámara de Cuatro, se supo también que Iglesias había hecho otras cesiones ante Sánchez: aceptar que se derogue la reforma laboral del PP y no la del gobierno de Zapatero o una reforma fiscal menos redistributiva de lo que exigía. También se aviene a que se reduzca el déficit a un ritmo mayor del que preveía o que el gasto no suba en 90.000 millones, sino en 60.000. Podemos confirmó al difundirse las imágenes “robadas” que esas ideas se compartieron en la reunión con el jefe socialista. Ya a modo de propuesta, Iglesias defendió, con el beneplácito de Sánchez, que el socialista Miquel Iceta y el dirigente de En Comù Podem Xavi Domènech abran diálogo paralelo en Catalunya para buscar soluciones a la crisis independentista.

EL GOBIERNO PARLAMENTARIO

Por su lado, Sánchez se juega su futuro, el de su partido y el de España. Sabe que si se repiten las generales podría ser candidato, pero apenas hay un sondeo que le garantice notables mejoras respecto al 20-D. Además, es ‘voz populi’ que en el próximo congreso socialista la andaluza Susana Díaz le disputará el liderazgo. Puede por tanto arriesgar, porque el riesgo lo lleva a las espaldas haga lo que haga. Él busca un gobierno ‘tripartito’, con Podemos y C's, pero sabe que sus posibles socios lo rechazan. ¿Entonces?. Pues según él toca sentarse en las tres sillas preparadas para la ocasión e intentar que el acuerdo de 200 medidas que ya está firmado con Ciudadanos, y del que no piensa apearse –“todo acuerdo que yo alcance para la investidura tiene que contar con el ‘sí’ de Ciudadanos”, llegó a decir- se convierta en uno de “300 o 400” tras la negociación a tres. Si hubiera otro documento sería de nuevo sometido al criterio de la militancia socialista.

El principal escollo estará en cómo se materializará ese Gobierno de cambio, si llega. Los podemistas reclaman un Ejecutivo de izquierdas, que cuente con el apoyo externo o abstención de C’s. Los de Albert Rivera, por su lado, piensan que son los diputados de Pablo Iglesias los que deben abstenerse. Para el jefe de los socialistas, la única fórmula es lograr con paciencia un pacto que suponga el ‘sí’ de las tres organizaciones a su investidura. Un “gobierno parlamentario”. "Nos sentamos en una mesa a tres, vemos en qué medidas coincidimos. Apartamos las que son comunes para el acuerdo y aquellas en las que discrepemos, las llevamos al Parlamento", concluyó. Todo por ver.