LOS OTROS POLÍTICOS

A por el último eslabón

Desigualdad. Palabra clave en el discurso de uno de los mayores expertos en la situación de las personas sin hogar. Es director de Sant Joan de Déu Serveis Socials. Y propone una nueva política en la que instituciones, movimientos y oenegés vayan de la mano frente a los responsables de la desigualdad.

Joan Uribe, durante la entrevista, en el centro social de Sant Joan de Déu, en Barcelona.

Joan Uribe, durante la entrevista, en el centro social de Sant Joan de Déu, en Barcelona.

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Cuando llevamos más de 20 minutos de entrevista en su despacho de los servicios sociales de Sant Joan de Déu y le formulo una nueva pregunta sobre estadísticas, datos y márgenes de actuación social, Joan Uribe me contesta, con mucha prudencia: «Mira, no tengo intención de cambiar de tema, pero es que para mí la clave de todo lo que está pasando está en las desigualdades sociales y la redistribución de la riqueza». Uribe, como el economista de moda, Thomas Piketty, como tantos otros, me pone encima de la mesa, frente a mis narices, el debate de los debates, para entender la política hoy. Y de mañana.

Un cuadro de Sant Joan de Déu preside poderosamente la estancia. Cuando le comento que cualquier político que se sentara junto a nosotros diría que trabaja por la justicia social, me responde directo: «Necesitamos hechos y cambiar las cosas, o ya nos pondremos nosotros a ello». Se refiere a los movimientos y al Tercer Sector social.

Se refiere a las entidades que trabajan en ámbitos como el de las personas sin hogar. Y en el que surgen preguntas como puñetazos: «Tenemos un sistema legal y económico de protección de los mecanismos que pueden dejar a la gente sin hogar». Y la consecuencia de ello es lisa y llanamente la siguiente: «Vivir en la calle mata. Acorta muchos años la esperanza de vida, ataca la dignidad personal, la capacidad del yo, el estado anímico, la privacidad, la intimidad».

Llenar los «agujeros»

Ahí es donde entran las instituciones. Uribe evita el discurso de la antipolítica. Al contrario. Cree que es el Tercer Sector el que debe aprender más a hacer política, a llenar «los agujeros» que el poder político institucionalizado no está llenando. ¿Cómo? Dándose cuenta del poder de que disponen las entidades. Centenares de miles de personas atendidas que si estuvieran empoderadas tendrían una capacidad de presión imparable.

«Se tendría que movilizar a estas personas para que entre todos construyamos política. Los movimientos sociales ya saben cómo hacerlo. Las entidades conocemos muy bien el sector, hacemos cosas, pero no movilizamos, ni sumamos nuestro bagaje para incidir no solo en los partidos, sino en la opinión púbica», reflexiona.

Uribe ve al poder político deseoso de recibir esta presión. ¿Por qué? Por una cuestión esencial: «Ninguna estructura de poder político, aquí y en toda Europa, está siendo capaz de sacar a la sociedad adelante, porque la sociedad depende relativamente de ellos. Depende del mercado. Yo me crié con la idea de que alrededor del poder político se armaba la sociedad, y ahora la sensación es que el poder político se ha de adaptar a lo que marca el económico».

Es por ello que, a su juicio, los gobiernos están deseando recibir más presión social. «Creo que si ellos tuvieron un argumento al que agarrarse...» ¿El argumento de la exigencia ciudadana? «Sí, entonces ellos podrían hablar de otra manera, porque ellos también son un eslabón de la cadena, como lo somos las entidades, pero no son la cadena entera, ni el último eslabón». ¿Y cual es el último? «El sistema económico neoliberal. Es lo que vemos no todos, pero sí muchos», responde sin dudarlo.

Política equilibrista

Ante esta descripción del tablero de juego, Uribe mantiene una visión comprensiva respecto a la política institucional. La ve como a esos equilibristas que se mueven «entre lo que tienen realmente y el margen que creen que tienen». Prevé un nuevo modelo de organización «en el que nos sintamos todos cómodos». Y cree que, como en la transición, ahora aflora una política basada en perfiles distintos trabajando juntos. ¿Suplirá ello a los partidos? «La cuestión es si, bajo la estructura que sea, la mayoría social sigue teniendo capacidad de decisión. Y esto es lo que  el modelo clásico de política no ofrece».

Todo ello sin glorificar la bondad humana. Uribe fue mosso d'esquadra. De su experiencia surgió una tesis sobre la experiencia de patrullajes nocturnos. «La sociedad es a veces muy hipócrita, apela a una solidaridad que en momentos de tuyo o mío no existe. Como policía esto lo ves. Y luego escuchas que la sociedad es magnífica y que los malos son los ladrones y los policías».

¿Hobbes o Rousseau? «El hombre no es malo por naturaleza, en momentos límite actúa de uno u otro modo en función del miedo, las experiencias previas y la mochila de referencias». ¿Y la función del policía? «Servir a las personas, no servirse de la placa para tener poder». Sí, Uribe vio Ciutat Morta y opina que «es posible que las cosas hayan sido diferentes a como se han explicado por parte de todas las partes implicadas».