Otras urnas, otra etapa

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Tras todo un día de incertidumbre y silencio por parte del Govern, el 'president' Artur Mas esperó este lunes a las nueve de la noche, al horario de máxima audiencia marcado por el inicio del Telenotícies vespre de TV-3 (único medio de comunicación autorizado a entrar en el Palau), para firmar el decreto de convocatoria de las elecciones del 27-S. Decreto de contenido ordinario pero escenificado de forma extraordinaria.

En efecto, el texto firmado es el mismo de elecciones anteriores y se circunscribe al "marco legal vigente", es decir, el Estatut y, curiosamente, una ley estatal, la del régimen electoral general. Pero la formalidad legal choca con la trascendencia política y mediática que Mas dio a la firma. Primero, en el salón Mare de Déu de Montserrat, en directo por TV-3, se dio lectura al texto en presencia de varios 'consellers' y la presidenta del Parlament. Minutos después, siempre en una cuidada retransmisión, Mas se dirigió desde el Pati dels Tarongers, mirando a cámara, a los ciudadanos, para subrayar el carácter "excepcional" de la cita debido a que se ha vetado "el derecho a decidir" a una mayoría, por parte del Gobierno del PP, que "se ha negado incluso a hablar de ello".

Mas subrayó el objetivo de lograr una confrontación de ideas con "civismo" y pluralidad. Y no citó la palabra plebiscito pero no hizo falta. Estaba en el tono excepcional de su intervención. El 'sí' o 'no' a la independencia es la base de la lista en la que Mas se ha inserido (con garantía de repetir como 'president' si vence) y también la de la CUP. Se trata de celebrar lo más parecido al referéndum que no pudieron ejecutar el pasado 9 de noviembre.

Pero Mas sabe que no solo de independencia tratarán estas elecciones y dos horas antes de firmar el decreto lo que ya hizo fue dar a conocer su balance -positivo, por supuesto- de una legislatura que, como la anterior, ha finalizado antes de lo previsto. El tono preelectoral ya ayer se avivó con las críticas del resto de partidos políticos, excepto en el caso del socio republicano.

EL EJE SOCIAL

El balance del Govern pone de manifiesto otra paradoja: el soberanismo querría una campaña basada en un simple 'sí' o 'no' a la independencia. Pero la realidad política del país en los últimos tiempos (léase el resultado de las elecciones municipales en Barcelona, como ejemplo paradigmático) ha demostrado que el eje social ocupa y preocupa a muchos ciudadanos. De ahí que también aquí se librará una batalla. Con conexiones: la CUP reivindica ambos espacios, el del proceso constituyente progresista y soberanista. Y Catalunya Sí que es pot pone el acento en el primero, pero se presenta como defensor a ultranza del derecho de los catalanes a votar si quieren salir de España o no.

Y donde también se vivirán pugnas e intersecciones es entre el PP Ciutadans. El partido de Albert Rivera, que en sondeos de CDC aparecía hace unos meses incluso en segunda posición, tratará de ser el abanderado de la unidad de España, el voto a la contra del proceso soberanista. Pero el PP, con Xavier García Albiol, no quedará a la zaga. En el conjunto de España habrá quien quiera avivar la tensión pensando en las generales, a la vuelta de la esquina. Este lunes, el exnúmero dos del Tribunal Constitucional Ramón Rodríguez Arribas habló del carácter plebiscitario del 27-S como algo propio de "los que han dado un golpe de Estado". Avisó de que convertir los comicios en el supuesto referéndum es un disparate político y jurídico que puede llegar "a la nulidad absoluta".

Una vez convocadas las elecciones, la política catalana y sus principales líderes se tomarán unos días de descanso. La última semana de agosto comenzará la carrera hacia unas urnas que, con toda probabilidad, abrirán otra etapa con otras caras y otras alianzas.