EL AMBIENTE FRENTE AL PALAU DE LA GENERALITAT

El olor de la tostada

Cuenta atrás 8 Forcadell y Casals, frente al reloj del 9-N.

Cuenta atrás 8 Forcadell y Casals, frente al reloj del 9-N.

XABIER BARRENA / BARCELONA

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A eso de las nueve y media de la mañana, el lado norte de la plaza de Sant Jaume exhalaba ayer un embriagador perfume de pan tostado, gentileza del Conesa, una de las más reconocidas bocadillerías de Barcelona. A partir de esa hora fue llegando la multitud, que medio llenó -siendo generosos- la plaza para acompañar a los políticos en tan singular e histórico día. El bullicio empezó a las diez en punto, cuando un grupo de personas portando las letras de la palabra independència hicieron acto de aparición por la calle de Ferran. El coro, en un alarde, fue «in, inde, independència», que fue aplaudido y seguido por los que esperaban enfrente de la puerta de acceso al Palau de la Generalitat. Por una especie de pasillo habilitado con vallas por los Mossos desfilaron los líderes políticos. Los más aclamados, los republicanos, aunque el trío formado por Josep Rull, Jordi Turull y Andreu Mas-Colell también recibió vítores. La consigna más vociferada fue el «no aflojéis», de resonancias italianas («non mollare mai»). Ecos siempre futbolísticos, sin más connotación.

Tras la exhalación de la firma, el gentío se animó con el «queremos votar», el «votaremos» y, sobre todo, a reclamar la presencia de Artur Mas. Como cuando la Demencia, la afición del Estudiantes de básquet, cantaba aquello de «que salgan los toreros, oh, oh, oh» tras un partido vencido al Real Madrid o al FC Barcelona para que los jugadores salieran a la cancha , de nuevo, para saludar.

Melodía de circo

Con la melodía circense popularizada en la película El mayor espectáculo del mundo (Cecil B. de Mille, 1951), los centenares de congregados cantaron aquello de «president, president». Muriel Casals y Carme Forcadell, cabezas visibles -y casi siamesas e intercambiables- de Òmnium y la Assemblea Nacional Catalana, organizadoras de la concentración, también recibieron vítores. Fue cuando se acercaron al tremendo montaje desplegado por TV-3 en la plaza. Nunca un programa de medio segundo, la firma en sí, había merecido tanto derroche de medios técnicos y humanos.

Al final, Mas improvisó una salida a la arena. Siempre a distancia de los congregados, gracias a las vallas, y en compañía de Oriol Junqueras y la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, deambuló en una pequeño espacio en más loor de multitudes que nunca.

Mas dedicó unas palabras a los medios ahí reunidos. En las primeras, repitió su archisabido lema marinero de «cabeza fría, corazón caliente, puño firme y», haciendo un ademán con la pierna, «pies en el suelo».

Las segundas fueron para señalar su «energía y determinación» y, de paso, repetir que tiene «los pies en el suelo». Tanto ahínco en demostrar que era consciente de que, pese a la euforia, la prohibición del Estado al 9-N estaba a la vuelta de la esquina fue intuido, que no oído por el griterío, por la multitud, que redobló su «no aflojéis». Como si se olieran la tostada.