El nuevo discurso anticorrupción del PP incomoda a la vieja guardia

Pablo Casado (derecha) y el ministro José Manuel Soria, durante un acto de la campaña 'CumPPlimos', el miércoles en Lanzarote.

Pablo Casado (derecha) y el ministro José Manuel Soria, durante un acto de la campaña 'CumPPlimos', el miércoles en Lanzarote.

GEMMA ROBLES / MADRID

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Dejó claro Mariano Rajoy en la rueda de prensa con la que cerró este curso político que el nuevo empuje a la comunicación del Gobierno y del partido que lo sustenta (esto es, el PP) no pasa, en lo que atañe a la corrupción, por que su líder tome las riendas y asuma un discurso más claro o más comprometido que el que ha tenido hasta ahora. En la comparecencia pública del viernes 31 de julio, el presidente subrayó que las conversaciones entre políticos populares que se han conocido a raíz de la públicación del sumario de la 'operación Púnica' son «reprochables». Y que su Ejecutivo ha aprobado un paquete de medidas legislativas contra la corrupción bastante más ambicioso de lo que existía hasta el momento. Cierto. Como lo es también que su partido ha sido protagonista en las últimas legislaturas -primero en la oposición y después, ocupando ya el Gobierno-, de algunos de los casos más sonoros y escandalosos de los últimos años, como el 'caso Gürtel', el 'caso Bárcenas' o la propia 'Púnica', mucho más reciente.

Para lidiar con estos asuntos, y tras el severo castigo que los populares recibieron en las urnas el pasado 24 de mayo entre otras cosas por la corrupción en sus filas (según los análisis que ellos mismos han hecho de un resultado electoral que tanto poder autonómico y local les ha restado), Rajoy eligió a tres nuevos y jóvenes vicesecretarios que, desde la sede central del partido, pudieran dar respuesta a las críticas que les llovían desde la oposición y marcar distancias con lo sucedido en otros tiempos en el seno de su propia organización. Pero tanta distancia han marcado en algunas de sus intervenciones que han molestado a los veteranos del partido, según confirman a este diario distintas fuentes populares, que hablan de «desconcierto» ante la estrategia marcada y los mensajes difundidos tras el 24-M.

¿UNA CUESTIÓN DE EDAD?

Las fuentes consultadas apuntan como ejemplo que desde que Pablo Casado fue nombrado portavoz de campaña electoral, el ahora vicesecretario de comunicación ha protagonizado numerosas intervenciones públicas -muchas de ellas en televisión- sobre la corrupción y que, aunque generalmente trata de separar a individuos como el extesorero Luis Bárcenas del resto de la organización, de vez en cuando utiliza expresiones como «yo no estaba allí» cuando se le pregunta por detalles concretos de la gestión del partido o de la tesorería en los años en que Bárcenas pintaba algo. O mucho. «Responder así es dar a entender que los que sí que estábamos allí y seguimos aquí sabemos algo de corrupción», enfatizan algunas de las fuentes consultadas.

Aseveran otros veteranos políticos del PP que ese estilo se ha «contagiado» a otros de los vicesecretarios llegados al cargo tras la última renovación de la cúpula del partido. Uno de los populares consultado saca a colación una entrevista que concedió Javier Maroto a Telecinco, y que ha sido muy comentada, según señala, entre los que ya peinan canas en el PP. De la citada entrevista trascendió fundamentalmente el titular: «A mí, ese tío [por Luis Bárcenas] me da un asco que no puedo verlo». Pero la respuesta que al parecer hirió la sensibilidad de algunos compañeros fue la que ofreció cuando se le preguntó por las acusaciones del extesorero sobre la existencia de financiación ilegal en el PP casi desde sus comienzos. En ese punto, Maroto recordó que en 1982 él tenía apenas 10 años. «¿Qué voy a saber yo de todo eso?», respondió para sortear el incómodo interrogante que se le había venido encima.

Que existan críticas internas en este sentido prueba que no será sencillo para Rajoy -en este momento, uno de los dirigentes en activo más veteranos del partido- cuadrar el círculo: adaptarse a los nuevos tiempos con nuevas caras y mensajes y enfrentarse a la corrupción que sigue azuzando a los conservadores con un lenguaje distinto hace que algunos se sientan desprotegidos. Hay sensibilidades a flor de piel. Y eso, en vísperas de elecciones.