Mas: "Van a por mí. Ahora soy un personaje odiado en Madrid"
Sometido a las inevitables tensiones que supone encabezar un proceso tan complejo como el órdago catalán por el Estado propio, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se ha permitido un pequeño desahogo en forma de libro. 'Servir Catalunya. Artur Mas. L’home, el polític, el pensador' es el algo rimbombante título de un volumen que publicará Ara Llibres y que recoge conversaciones de Mas con la filósofa y escritora Teresa Pous. En él, el president evalúa, entre otras muchas cosas, el coste personal que le ha supuesto la apuesta soberanista. Y destaca los ataques recibidos. «Van descaradamente a por mí –subraya–. Yo ahora me he convertido en el objeto de deseo más perverso por parte de algunos. Soy un personaje odiado en algunas partes de España y, concretamente, en Madrid. A mí han intentado hundirme y lo seguirán intentando».
Mas concluye que si el proceso sigue adelante serán necesarios «sacrificios personales» y añade que tal vez él mismo tendrá que ser «de los primeros en dar ejemplo en este ámbito». Al hilo de esta cuestión, apunta que «en alguna ocasión» se le ha pasado por la cabeza la idea de «dejarlo correr todo», pero la tentación le ha durado «pocos segundos».
Al desgaste contribuye la «situación durísima» de CiU, que, según su lider, asume «casi en solitario» la responsabilidad de gobernar en un contexto muy complicado. «Estamos en la peor de las situaciones posibles y muy solos», se lamenta Mas. Esa situación es, en parte, consecuencia del resultado de unas elecciones que el president decidió convocar de forma anticipada. «La gente decidió que para seguir el camino a la libertad había que hacerlo de forma diferente a como lo veía yo», admite.
ALTERNATIVA «A VALORAR» / En el último capítulo del libro, centrado específicamente en las dudas que plantea el proceso hacia el Estado propio, Mas admite que «alguien puede pensar que una alternativa sería que el Estado español hiciera una oferta a Catalunya de grandísimo nivel», que incluyera la autonomía fiscal y financiera, el blindaje del autogobierno y la soberanía cultural y lingüística. Esa, señala, sería «una alternativa a valorar», pero agrega que «el Estado no la ha puesto sobre la mesa y eso quiere decir que no existe». Y aun en caso de que existiera, sostiene, los ciudadanos deberían poder votarla.
Mas dice no compartir laprisa de quienes apuestan por una declaración unilateral de independencia. «En el fondo –indica–, tanta prisa significa un poco de desconfianza respecto a la solidez del pueblo catalán, porque si realmente creemos en el proyecto, lo acabaremos tirando adelante». Además, advierte de que el mundo espera que Catalunya «se cargue de razones» para votar y no que decida de forma unilateral, y que, aunque haya una consulta «y se gane bien», el día siguiente no será de «flores, rosas y el paraíso».
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