Mas suma, Mas resta
El 'president¿ arrastra un doble lastre: la corrupción y los recortes acometidos
Xavier Bru de Sala
Escritor y periodista.
XAVIER BRU DE SALA
Artur Mas es reconocido por los soberanistas como un líder capaz y fiable. Pero si Mas transmite seguridad al independentismo, también arrastra un doble lastre. Por un lado, la corrupción alrededor de CDC y muy probablemente en su interior. Por el otro, sus inicios como presidente, cuando se presentaba en público como campeón de los recortes y se abstenía de mostrar sensibilidad social.
En el segundo aspecto, se ha corregido, y de lo lindo, hasta el punto de presentarse en una candidatura encabezada por Romeva. Pero la gente tiene memoria. Por eso lo han convertido en un muñeco de pimpampum. Contra Mas se vive mejor que con propuestas creíbles y viables. El muñeco medio lapidado no se corresponde con el Artur Mas de hoy, pero el esqueleto que lo aguanta es 'made in Mas', el Mas de antes. Este es un lastre, y resta, y la derecha lo utiliza, y la izquierda, mucho más.
Resta más todavía el lastre de la corrupción. Quizás se quedará en indicios y sospechas. Pero el 'caso Palau' seguro que no es una invención. Tampoco la confesión de Pujol y las causas judiciales contra sus hijos. Que la sombra de la corrupción se encuentra magnificada por las malas artes del Gobierno central, la fiscalía, tan obediente, y el corifeo de toda la derecha y parte de la izquierda, no anula la convicción, compartida también por sus votantes, de que hay veneno de este en CDC. En consecuencia, no habrá otra manera de desprenderse del veneno que matando el bicho. El lastre será lastre hasta que no se baje la persiana del partido de Pujol y se abra otra factoría política, con grado cero de connivencia con los corruptos, y donde, puestos a pedir, el peso de los socialdemócratas sea determinante, sin despreciar a los liberales clásicos, en las antípodas de los neoliberales. La propuesta de continuidad de Junts pel Sí va por aquí, y debería desembocar en un tipo de federación de partidos y entidades que incluya a ERC.
A pesar del doble lastre, el liderazgo de Mas es un factor clave, tanto de la arquitectura como de la previsible victoria de Junts pel Sí. No de que Junqueras se aviniera a asociarse con CDC, que se debe a la victoria de Ada Colau y a los malos resultados de ERC en Barcelona. En fin, Mas suma más de lo que resta, pero es evidente que también resta. Si Junts pel Sí llega a obtener los mismos votos que la suma de CiU y ERC, habrá superado las previsiones más optimistas. Buena parte del incremento de la CUP, que se prevé espectacular, no huye de esta lista, sino de Mas. Pero si no fuera por Mas, CDC estaría en situación agónica. Si no fuera por Mas, el proceso habría emprendido caminos torpes. Si no fuera por los planteamientos de Mas, las posibilidades de victoria en escaños del independentismo el 27-S, serían exiguas. En votos (a candidaturas, es decir los válidos menos los votos en blanco), nulas.
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