LA INVESTIDURA FRUSTRADA

Mas se niega a dar un paso atrás porque sería "cargarse el proceso"

Mas, durante la comparecencia en la Generalitat, este mediodía.

Mas, durante la comparecencia en la Generalitat, este mediodía.

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Si yo no soy 'president', el proceso soberanista se va al garete. Así de seguro de sí mismo se ha mostrado Artur Mas en la respuesta a la pregunta de si estaría dispuesto, como ha pedido la CUPCUP e incluso algún dirigente de ERCERC, a dar un paso atrás, o al lado, como candidato, para facilitar un acuerdo independentista in extremis. Era el único interrogante que quedaba por dilucidar en el fracaso de las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP, que abocan a unas elecciones salvo un gesto del líder convergente o alguna sorpresa mayúscula.

Y la respuesta no es solo que no, que Mas no se va, sino que hacerlo sería según él dejar tocado de muerte el llamado proceso soberanista porque se estaría restando, excluyendo y apartando a una parte del mismo. Y por dignidad: "La presidencia de la Generalitat no es una subasta de pescado, ha de quedar muy claro". La intervención de este martes del líder de CDC en Palau de la Generalitat, lejos de dar pistas de retirada u ofrecer algún gesto audaz de última hora, se ha convertido en el primer acto de la precampaña electoral de los nuevos comicios. Comicios que tendrán lugar previsiblemente el 6 de marzo al agotarse el domingo por la noche el plazo de negociación.

"A los que usan el veto se les ha de decir basta, por aquí no pasaremos, porque el proceso se va al garete"

ERC PIDE GESTOS

El propio Mas ha admitido en su relato de los hechos que, a su juicio, al final la CUP había quedado convencida de casi todo excepto del candidato a 'president'. Pero no es solo que la CUP haya dejado más o menos claro tal extremo (la diputada Anna Gabriel ha sugerido claramente que con Oriol Junqueras o Raül Romeva al frente el pacto sería un hecho), sino que otros como el republicano Joan Tardà o la agrupación de ERC de Sant Cugat lo han pedido públicamente e incluso el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, ha sido casi explícito reclamando a todos que hagan un esfuerzo final para hallar un pacto en el último segundo. Mas se ha escudado en el cierre de filas que minutos antes de su intervención ha llevado a cabo Junts pel Sí, en defensa de la candidatura de Mas y de no hacer nuevas propuestas a la CUP.

Muy distinta, mucho, es la actitud de Junqueras -exigente con ambas partes negociadoras y abierto todavía al acuerdo- respecto a la de Mas, que se ha dedicado a ejercitar una táctica muy mal disimulada: buscar una última carta basada en hurgar en la división de la CUP para lograr quién sabe si dos votos díscolos de diputados anticapitalistas.

En todo caso, la estrategia no ha sido nada sutil, porque la rueda de prensa del 'president' ha sido un ejercicio de agresividad política contra la formación independentista de izquierdas, a la que hasta hoy se consideraba un posible compañero de viaje no solo de investidura, sino de navegación hacia la independencia, y a la que este martes Mas le ha dedicado todos los males habidos y por haber: falta de “sentido de país”, inmovilismo, veto, incapacidad de “entender  nada”, voluntad de destrucción del adversario y una ideología que el líder de CDC ha definido con los curiosos epítetos de “hiperrevolución de las superizquierdas”. Un espacio al que ha situado en un rincón de la escena, casi el rincón de pensar. Cerca de los infiernos minoritarios e inoperantes incapaces de asumir responsabilidades.

Mas en cambio ha elogiado la actitud del dimitido Antonio Baños Antonio Baños y del equipo de David Fernàndez. Y la única autocrítica que ha ofrecido el president en funciones no ha sido tal sino un nuevo dardo: haber creído que la CUP acabaría cediendo.

"Para no cargarnos el proceso hay que tener una mentalidad de suma; si la mitad de la CUP acaba imponiendo su ley, esto preparado para firmar la convocatoria de elecciones"

De la declaración que proclamó la desconexión con Españadesconexión, denostada en el seno mismo del Govern, Mas se ha limitado a admitir que hubiera sido mejor aprobar ese “polémico” texto después de la investidura. Nada más en el horizonte de la autocrítica de un largo y tortuoso proceso negociador en el que se ha pasado de las buenas palabras hacia la CUP a una descalificación tan rotunda que incluso el republicano Oriol Amorós admitía en Twitter no compartir el tono del líder convergente.

FUTURO BORROSO

Del futuro inmediato, una vez convocadas elecciones el próximo lunes, pocas pistas. Mas promete aplicar, aún en funciones, el plan de choque social que prometió a la CUP. Y políticamente se parapeta en la tesis de que es bueno sumar, con lo cual asume que intentará (como dijo este lunes CDC) reeditar Junts pel Sí.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Tres votaciones en seis meses","text":"La proximidad de los nuevos comicios obligar\u00e1 a los partidos a acelerar los procesos de confecci\u00f3n de sus candidaturas y de aprobaci\u00f3n de sus cabezas de lista. Eso implica tambi\u00e9n que quienes quieran presentarse en coaliciones deber\u00e1n forzar la m\u00e1quina negociadora si quieren llegar a tiempo. Ciudadanos, el PSC y el PPC ya han dejado pr\u00e1cticamente claro que repetir\u00e1n presidenciable."}}