Mas mantendrá el 9-N hasta que el TC lo vete

Inicio de la reunión del Consell Executiu, ayer, en el Palau de la Generliatat.

Inicio de la reunión del Consell Executiu, ayer, en el Palau de la Generliatat.

XABIER BARRENA / FIDEL MASREAL / BARCELONA

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La película del nuevo 9-N se parece sospechosamente a la ya vista de la consulta original. Y es que hace un mes, el Estado inició los trámites para suspender la consulta soberanista del 9 de noviembre y todos los focos se centraron a partir de ahí en la cuestión de si el Govern desacataría la orden del alto tribunal, en caso de llegar. Entonces, como probablemente ahora suceda, la Generalitat decidió suspender cautelarmente sus actuaciones pese a la presión de partidos como ERC y la CUP.

La respuesta oficial, ayer, del portavoz del Govern, Francesc Homs, fue la de mantener por el momento todos los preparativos, y escudarse en que no existe base legal para prohibir el proceso participativo. «Claro que habrá urnas porque estamos en el marco del proceso participativo, que forma parte de la lógica de la democracia y en un sentido claramente distinto a lo que se pretendía hacer», afirmó Homs en relación a la consulta inicialmente prevista.

Cuando Mas compareció hace dos semanas para anunciar su plan alternativo, continuó hablando de «consulta», una expresión que ya ha desaparecido del vocabulario gubernamental. La vicepresidenta Joana Ortega ha hablado en todo momento de proceso participativo.

En relación al Constitucional, el Govern sigue sin tener la intención de desacatar el marco legal vigente. En palabras de un miembro del Ejecutivo catalán: «Siempre actuamos y actuaremos dentro de la legalidad». Pero, como pasó con el 9-N, hasta el último minuto mostrará su convicción de que habrá margen para llevar a cabo la convocatoria. En la primera cumbre del Govern con los partidos soberanistas, cuando ya el TC había suspendido el decreto firmado por él mismo , el president Mas aseguró: «Seguiremos adelante».

NUEVO ESCENARIO

Es la misma convicción, combinada con nuevas apelaciones a la unidad, que ayer formuló el portavoz Homs. Pero en el Palau de la Generalitat y en las sedes de los partidos soberanistas (y no soberanistas) el escenario que está en mente es el de las elecciones. Cada vez más inevitables pese a que Homs ayer insistiera en que es solo Mas quien decidirá si se avanzan. El Govern cree que ante la segunda impugnación tocará convocar una gran movilización para el 9 de noviembre y, posteriormente, emprender el camino a los comicios llamados plebiscitarios. ERC, que ya ha enterrado el pacto con CiU, se ofreció ayer a apoyar una prórroga de los Presupuestos, añadiendo la recuperada paga extra prometida de los funcionarios. Eso sí, siempre que sea para que haya elecciones ya.

El Govern se comprometió a compartir con el resto de partidos soberanistas las decisiones a adoptar. Y como ya ocurrió en la película original, el resto de partidos del frente soberanista, singularmente Esquerra y la CUP, reclaman al Govern que aguante y desobedezca lo que pueda venir. Como no hay recurso, todo queda en un mero intercambio dialéctico, pero todos saben que pasará a enfrentamiento en cuanto el próximo martes, si se cumplen las previsiones, el TC impugne.

La número dos de ERC, Marta Rovira, ayer de campaña por el Sí-Sí en el mercado del Ninot de Barcelona, dijo que lo que se espera del Govern es «la defensa del derecho de votar», por lo que ERC pide que se vaya «hasta el final». Rovira también se mostró convencida de que una eventual suspensión del Tribunal Constitucional contra el nuevo 9-N no repercutirá en el ánimo de los catalanes: «Lo que no nos hará volver a casa es otra decisión del TC».

El diputado de la CUP Quim Arrufat apuntó que ante un hipotético veto que recuerda «a los tiempos de la Inquisición» solo le cabe al Govern que «aguantar» e ir «hasta el final», es decir, que haya urnas el 9-N.