Mas llama a la unidad para evitar otro fiasco como el de Barcelona

Josep Rull, Artur Mas, Lluís Corominas y Francesc Homs, en la ejecutiva de CDC.

Josep Rull, Artur Mas, Lluís Corominas y Francesc Homs, en la ejecutiva de CDC.

FIDEL MASREAL / Barcelona

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El fantasma tiene un nombre, y ese nombre es Barcelona. La capital catalana simboliza la principal derrota de CiU en las últimas municipales, se ha convertido en ejemplo a seguir para algunos y espoleta para la reacción para otros. Entre ellos, Convergència. Ayer en la ejecutiva del partido, su líder y president, Artur Mas, apeló a la unidad independentista cara al 27-S para sortear el efecto Barcelona. Es decir, para hacer frente al que puede ser su gran adversario en las próximas autonómicas, la confluencia entre partidos y movimientos de izquierda alternativa.

Fue una ejecutiva plácida en clave voluntarista en la que se evitó opinar sobre la contraoferta de ERC: la lista única pero sin representantes de partidos, y con la condición de que vaya acompañada de un compromiso de crear un Govern de concentración que dure pocos meses antes de otras elecciones, ya constituyentes del eventual Estado catalán.

En la comparecencia posterior ante los medios de comunicación, la portavoz convergente, Mercè Conesa, ejecutó casi a la perfección el baile de la indefinición. Un único mensaje: no hay condiciones previas para empezar a negociar. «Haya o no políticos en la lista, la lista unitaria será la de Convergència porque lo que tenemos delante es el plebiscito que no hemos podido celebrar», afirmó en una primera intervención tras la cual no aclaró si eso era un sí o un no a la opción de dejar fuera a los políticos. Una hipótesis que destacados miembros del Govern y del partido rechazan de plano con adjetivos en algún caso irreproducibles.

LA RESPONSABILIDAD  / Ayer a Conesa se le medio escapó el poco apego que esta lista civil genera en CDC cuando recordó que tras las elecciones anticipadas de septiembre ha de pasar como mínimo un año para volver a citar a los catalanes a las urnas. Pero no soltó prenda, por el bien de las negociaciones que tendrán lugar estos días. Convergència pasó la responsabilidad a las entidades sociales. En lo que parece el juego de no asumir el peso de la iniciativa, Conesa instó a las asociaciones independentistas a llevar la batuta de la negociación, mientras estas tampoco ayer dieron pistas sobre el contenido ni la forma concreta de las negociaciones. No en vano fue el presidente de la Generalitat quien abrió el baile hace quince días recuperando la idea de la lista única en una apelación al llamado soberanismo cívico.

El presidente de la ANC, Jordi Sànchez, en una entrevista en TV-3 dejó ayer abierta la puerta a que el diálogo no fructifique en un acuerdo e insistió en que «todos han de tener cabida» en la candidatura conjunta. Algo que choca con la propuesta de Òmnium y con lo que Esquerra reiteró en unas declaraciones de su portavoz, Sergi Sabrià: «Solo el president tiene que ser necesariamente un diputado», apuntó. Y es que la propuesta que Esquerra aceptaría pasa por un Govern de partidos, tras la lista de representantes sociales y no políticos, de tal forma que los consellers (salvo un president honorífico)  sí responderían a la composición de los partidos independentistas que apoyen la operación.

Esquerra, con todo, mantiene que su apuesta prioritaria sigue siendo la pactada en enero con Mas. Es decir, tres listas: la de Convergència, la de ERC y la de la CUP, con un mínimo común denominador que es la hoja de ruta de 18 meses hacia la independencia de Catalunya. Y es que hay que tener en cuenta que la fórmula de candidatura sin políticos implica una notable modificación del plan de trabajo acordado en el documento avalado por CDC, ERC y la CUP.

Con estos mimbres, la semana decisiva de las negociaciones ha comenzado. CDC insiste en ver como positivo que Esquerra ya esté dispuesta a hablar de unidad, mientras ANC y Òmnium tratan de no quedar fagocitadas por unas conversaciones en las que quieren mantener su imparcialidad. Por ello ayer Jordi Sànchez avisó de que la Assemblea no avalará un acuerdo para salir al paso y permitir a los partidos «salvar los muebles».