Mirador

Si Mas leyese a Espriu

JOAQUIM COLL

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Si ojeamos el Diari Oficial de la Generalitat (DOGC) desde que empezó la legislatura, constataremos la escasez de órdenes, disposiciones, decretos, proyectos de leyes, prueba de que el Govern se encuentra en una preocupante parálisis. La política catalana ha caído en la mera agitación y propaganda entorno a la «transición nacional», al servicio de la cual todo vale. El Any Espriu, con sus equívocas frases, sirve para calentar motores, con el objetivo de dar garantías de que, pese a todo, «ens mantindrem fidels». Lo gordo llegará con el tricentenario del 1714, que amenaza con transformarse en una destilería de mala sangre. No es aceptable, por ejemplo, que un simposio pretendidamente científico coorganizado por el Institut d'Estudis Catalans se tituleEspanya contra Catalunya (1714-2014),y se invite a presentar comunicaciones en ámbitos tan sesgados comoLa apoteosis del expolio: siglo XXI. Una conmemoración que debería unirnos se transforma así en un burdo instrumento al servicio del choque de trenes. Hay que andar con mucho cuidado con el uso del lenguaje, porque las palabras que destilan odio también crean realidad. Es irresponsable abonar un discurso basado en la idea de que llevamos tres siglos de represión continuada hasta el día de hoy, y cuyo final feliz, claro, solo puede ser la secesión. Por eso es tan reprobable la distorsión de las balanzas fiscales, auténtico amonal ideológico con el que se envenena el alma de los catalanes. Finalmente, como la paja solo se ve en el ojo ajeno, el Consell de l'Audiovisual de Catalunya critica acertadamente la bazofia de Telemadrid, pero se niega a reconocer las evidencias del adoctrinamiento que practica TV-3.

A diario tenemos sensaciones contradictorias. Positivas por un lado, porque no hay duda de que la alternativa federal y la regeneración democrática, a través de una reforma constitucional, está ganando enteros como proyecto a medio plazo. No son solo los socialistas quienes enarbolan esta bandera, también lo hace el sector ilustrado y moderno del empresariado, como el Cercle d'Economia, que representa a un sector del centroderecha en contraste con el inmovilismo del PP. Por ello sorprende que las cúpulas sindicales catalanas, UGT y CCOO, no se atrevan a desmarcarse de la hoja de ruta soberanista, que de materializarse ahondaría gravemente la fractura social por cuestiones identitarias.

Pese al relativo optimismo a medio plazo, la situación se presenta convulsa a corto.Artur Masse negó a reconocer su error de adelantar las elecciones, y luego hizo suyo el programa de ERC, que ahora lo devora electoralmente. Tenemos un problema de orden biográfico. Por esoMasdebería leer aEspriuy reflexionar esos versos que dicen: «Mai ha de morir un poble per un sol home».