Mirador

Mas y el juego del ahorcado

JOAQUIM COLL

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Contra toda lógica,Artur Masha puesto fecha de caducidad a la legislatura. El pacto tiene un ganador absoluto:Oriol Junqueras.Curiosamente, CiU también ha aceptado un giro en la política fiscal en contra de su propio programa y de aquello que con tanta vehemencia defendió antes cuando suprimió completamente el impuesto de sucesiones y se opuso a la introducción de nuevos gravámenes. Y que se contradice, sin duda, con la reciente privatización de Tabasa o Aigües Ter-Llobregat. En este punto, el acuerdo tiene aspectos positivos, ya que supone una rectificación de la política convergente. Aun así, hay mucho humo en el anuncio de que con ello se van a recaudar 1.000 millones y reducir hasta un 25% los anunciados recortes en el 2013. El ejemplo más claro de este engaño, es el burdo intento de driblar la oposición del ministro de Hacienda,CristóbalMontoroa las tasas autonómicas sobre los depósitos bancarios, mediante un decreto que el Govern en funciones aprobó deprisa y corriendo esta semana. Por la forma en que se ha hecho, tras el fallo del Tribunal Constitucional sobre el caso extremeño, es improbable que jurídicamente se genere un derecho de compensación y que la Generalitat ingrese ni un céntimo de los 500 millones que CiU y ERC calculan recaudar. Sirve, eso sí, para abrir un nuevo contencioso político con Madrid que aJunquerasle irá muy bien para su eficaz propaganda.

Lo sorprendente es queMasha entregado la llave de la gobernabilidad al líder de Esquerra, que ayer apareció como el auténtico hombre fuerte. Es probable, además, que las innumerables comisiones y grupos de trabajo que se crean con el pacto acaben formando una especie de gobierno parlamentario en la sombra, con la participación estelar, aquí sí, de los republicanos, que dicte al nuevo Govern la acción a seguir, con un potencial riesgo de inestabilidad.

Lo más relevante del acuerdo es la hoja de ruta independentista, que anuncia una etapa de altísima confrontación con el Estado. Curiosamente, en ningún momento, el texto se enfrenta a la incongruencia política de no disponer de dos tercios del Parlament favorables a la celebración de una consulta al margen de la legalidad catalana y española. Si para modificar el Estatut se exige esa mayoría cualificada, ¿por qué razón no habría de serlo también para emprender un camino tan importante como la secesión? La voluntad de iniciar a cualquier precio ese viaje tiene, pues, un aroma poco democrático.

Por razones que solo podremos encontrar ya en la psicología deMas, lo cierto es que elpresidentse ha metido en un callejón de difícil salida. Podía haber optado por ser investido con el apoyo gratis que ya le ofreció Esquerra, e ir esperando acontecimientos con la ventaja de tener cuatro años de legislatura por delante. Demuestra con este pacto no tener cintura política. Se está jugando su biografía y el futuro del país al juego del ahorcado.