Mas: "El Estado no podrá evitar que los catalanes sean consultados"

Artur Mas, antes de la entrevista de TV3.

Artur Mas, antes de la entrevista de TV3. / MK.

FIDEL MASREAL / Barcelona

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Dio la impresión de que Artur Mas tenía preparado su mensaje al Gobierno central: «No podréis evitar la consulta». Con toda la contundencia con la que mostró su firme apuesta por el referendo, que incluso le llevó a anunciar que votaría sí a la independencia, también reconoció que este no se celebrará si el Estado cierra todas las vías legales. Lo que no se podrá evitar, siguiendo con el razonamiento del presidente, serán unas elecciones, que fijó no necesariamente en el final de la legislatura. Eso es lo que Mariano Rajoy no podrá evitar: la cita con las urnas.

En la primera entrevista concedida tras el pacto sobre la consulta, en TV-3, Mas evitó aclarar si convocará estas elecciones plebiscitarias, bajo el argumento de que no se deben dar pistas al adversario. Preguntado sobre la falta de concreción, respondió: «No se puede saber todo, pero de alguna manera el pueblo se podrá expresar, ojalá sea [a través de la consulta] el 9 de noviembre, ojalá de forma acordada y pactada con el Estado». Si no, ¿cuándo? «Lo que no haremos es explicar a nuestros adversarios todos los movimientos por anticipado», adujo.

No fue lo único sobre lo que el president evitó dar pistas. Tampoco quiso definir qué grado de participación mínimo debería tener el referendo para que su resultado sea válido, ni qué proporción de respuestas sí o no debe registrarse para dar por ganadora a una u otra opción. Sí aclaró que no daría por bueno un empate entre ambas respuestas en la primera y la segunda de las cuestiones. Mas reconoció que no existe, entre los partidos favorables a la consulta, un pacto sobre estos mecanismos. Pero le dio poca importancia a estos detalles, porque se trata de «centrarse en la Luna y no en el dedo que señala la Luna».

Oferta a Rajoy

Mas siguió con la mano tendida a Mariano Rajoy, pese a que le afeó la falta de espíritu democrático a la hora de rechazar toda negociación sobre la consulta. Una mano tendida que alargó hasta el punto de admitir que estaría dispuesto a aceptar un cambio en la fórmula si el Gobierno central propone una pregunta que aluda únicamente al sí o no a la independencia, como en Escocia: «Le diría que sí, ningún problema, lo sometería al resto de fuerzas políticas y estoy seguro de que si hubiera acuerdo con el Gobierno, estarían más confortables».

Dicho lo cual, el líder de CiU consideró que no existe, ni a corto ni a medio plazo, la posibilidad de que Rajoy ponga una oferta sobre la mesa. «Me gustaría que existiera, pero hoy por hoy es somiar truites», confesó. Con todo, anunció que pedirá cita al jefe del Ejecutivo central para presentarle personalmente la propuesta sobre el referendo.

Mas se centró en valorar un pacto que aseguró haber forjado solo el Día de la Constitución, en el que trabajó para elaborar la fórmula. A partir del acuerdo alcanzado –al que invitó al PSC a sumarse–, subrayó que se abre ahora un escenario nuevo en el que el Govern ya no actúa en solitario, sino en el marco de los partidos que han dado su aval a la fecha y la pregunta del referendo.

A partir del pacto, se abren nuevos escenarios. Uno, la entrada de ERC en el Govern, sobre la que reiteró que la puerta sigue abierta a un «Gobierno compartido» para lo que queda de legislatura. Pero todo sigue abierto. Como la candidatura conjunta con Esquerra y el resto de fuerzas partidarias de la consulta para las elecciones europeas.

Dudas sobre su futuro

Mas reiteró que este Govern de coalición permitiría compartir decisiones impopulares. Entre ellas, un anuncio al que ayer puso el freno: la posible privatización de las viviendas públicas de la Generalitat. Tras admitir que esta opción ha generado controversia, ahora la cuestión –que forma parte de un paquete de privatizaciones por valor de 2.300 millones– ha quedado «en stand by, no decidido».

Como tampoco está decidido cuál será su futuro. Ayer, por primera vez, admitió que la noche del 25 de noviembre del 2012, cuando CiU perdió 12 escaños, se le pasó por la cabeza tirar la toalla. «Son momentos que duran 30 segundos», confesó.

Por tanto, el compromiso del propio Mas de dejar el liderazgo cuando el proceso soberanista esté encarrilado siguió indefinido. Ayer este tema no tocaba, ni tampoco los interrogantes sobre cómo contar los votos del referendo. Ayer tocaba subrayar ante el Gobierno del PP y ante Catalunya que «lo importante es poder votar». Cuándo, ya se verá.