CiU contra los «poderosos»

Acto conjunto 8 Espadaler, Mas y Corominas, ayer en el consejo nacional de CiU.

Acto conjunto 8 Espadaler, Mas y Corominas, ayer en el consejo nacional de CiU.

XABIER BARRENA / BARCELONA

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Cuando en mayo del 2003, en vistas, precisamente como ahora, de unas elecciones municipales, el entonces líder de ICV, Joan Saura, dijo aquello de que un pacto CiU-PSC solo haría feliz «a los poderosos», la frase fue recibida con sorna por muchos sectores. Era un lenguaje que remitía, como quien dice, al mitin en el patio de la fábrica sobre una caja de madera volteada y un megáfono. El mundo ha dado desde entonces 12 vueltas al sol y el mundo político catalán, a mayor velocidad, un par de decenas más. Tantas como para que sea ahora Artur Mas, líder de CiU y a la sazón el president de la Generalitat que más ha recortado -al menos, eso le echan en cara sus opositores-, el que alardee de que su fuerza «lucha contra los poderosos».

Bajo el motivo formal de un consejo nacional de CiU para aprobar las listas, la federación quiso hacer ayer una suerte de autoafirmación y demostración de fuerza. Habló Mas con varios centenares de alcaldables y candidatos a concejal a sus espaldas («Por favor, cuando hable el president, levántense y quítense las gafas de sol», aleccionó una voz en off). Y realizó un discurso clásico de tres ejes: social, nacional y transparencia.

Exhortó Mas (y antes el alcalde de Barcelona, Xavier Trias) a los suyos a seguir siendo «el partido de la gente». Y recordó que el alcalde de Mataró, Joan Mora (que no opta a la reelección), lideró la defensa de los afectados por las preferentes de Caixa Laietana: «Que me digan si eso no es luchar contra los poderosos y estar al lado de los más desfavorecidos; y esto» lo ha hecho la federación «más que nadie», exclamó Mas quien, seguramente, entre la dialéctica de ICV y la más actual de Podemos (la casta) optó por la versión catalana.

En el terreno del proceso soberanista, Mas hizo verdaderos equilibrios. El secretario general de Unió, Ramon Espadaler, uno de los teloneros del president, -Josep Antoni Duran Lleida no pudo acudir, por un compromiso «ineludible» previamente contraído, según explicó él mismo- ya había orillado toda referencia a los comicios de otoño. Tampoco Mas se refirió explícitamente a las elecciones que él mismo tildó en su día de plebiscitarias.

Y en cuanto el debate de si los comicios de mayo debían enfocarse como una primera vuelta del 27-S (como defiende ERC) o no (como subrayan PSC, PP e ICV), Mas optó por la calle de en medio, como suerte de tercera vía. Puso en igualdad, en su escala de prioridades, «asegurar que la recuperación económica coja impulso», esto es, que se creen más puestos de trabajo, «que es lo que la gente pide, y con razón», con obtener el 24-M el mayor número de ayuntamientos independentistas. Eso sí, esquivando, de nuevo, la palabra. «Cuantas más corporaciones locales se pongan al lado del proyecto político de país en mayúsculas, mejor. Eso también está en juego el 24 de mayo. Este objetivo precisa de mucho apoyo. No es lo mismo tener muchos ayuntamientos al lado que tenerlos de frente y haciendo la puñeta», clamó Mas.

Y es que con los arañazos aún visibles en los brazos de los de CDC y los de Unió por las listas (véase pieza adjunta) y con las palabras de Duran en su carta web todavía frescas, no era el mejor momento para recordar que cara al 27-S el partido mayoritario está por la independencia y, al menos, la cúpula del hermano pequeño, no.

El tercer eje es obligado en todo acto de CDC y de CiU desde la sacudida emocional de la confesión de Jordi Pujol, y la salida a la luz de los tejemanejes de la familia. «La gente de CiU es gente correcta y como Dios manda», señaló Mas. «Es cierto que nos podemos encontrar con alguna actitud individual, como a nosotros, y no solo a nosotros, ha pasado», reconoció el presidente de CiU. «Pero cuando estás al servicio de la causa pública, tienes que poder dar buen ejemplo», sentenció.

Como antes había hecho el vicesecretario general de CDC, Lluís Corominas (que dentro del código de vestimenta relajado de los presentes, destacó con una arriesgada camiseta de Desigual), alabó Mas a los valientes que, con la que está cayendo, dan un paso al frente y se presentan a las elecciones.

Todo ello le llevó a medio girarse hacia el cartel que presidía el acto, en el jardín del Teatre Nacional de Catalunya y, orgulloso, señalar: «Nosotros no escondemos nuestras siglas, como hacen otros». Referencia más que directa, aunque sin citar, al rosario de candidatos del PP y socialistas que se postulan en España y Catalunya con carteles en donde no figura el partido al que pertenecen.