LA NUEVA LEGISLATURA

El precio de la investidura de Rajoy

El presidente en funciones y líder del PP, Mairiano Rajoy, en una de sus comparecencias recientes tras el 26-J

El presidente en funciones y líder del PP, Mairiano Rajoy, en una de sus comparecencias recientes tras el 26-J / periodico

GEMMA ROBLES / MADRID

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Ha ganado las elecciones, ha mejorado su resultado respecto al 20-D y esta vez no parece que le amenace la posibilidad de un gobierno alternativo al suyo. Al menos, de momento. Mariano RajoyMariano Rajoy tiene más razones para ser moderadamente optimista de las que tenía en navidad. Pero ninguna para pensar que la negociación que emprende oficialmente esta semana con anunciado apagón informativo será un camino de rosas. Más bien lo contrario. Se le va a exigir de entrada que repudie algunas de las reformas, o al menos parte de las mismas, de las que más orgulloso se mostró en la penúltima legislatura. La anterior a la fallida, esa en la que hacía y deshacía a su antojo abrigado por su mayoría absoluta.

Además, sin haberse convocado aún oficialmente casi ninguna cita (sí con Coalición Canaria) ni haberse intercambiado documentos de trabajo, Rajoy tiene ya sobre la mesa una demanda de Ciudadanos para que tire la toalla y deje su puesto a otro dirigente popular. Está por ver si esa exigencia, que podría condicionar y dilatar la negociación –sobre todo si alguno de los otros partidos clave en el proceso se sumaran a la misma– sobrevive al paso de los días.  

Los socialistas, por su lado, le han avanzado que su posición de salida es un «no» a la investidura y a la abstención, pese a que al tiempo garantizan que no habrá otras elecciones. Estas dos premisas no son baladíes (una de las expresiones preferidas del aspirante a la reelección). Sí son viejas conocidas de Rajoy. Pero a partir de esta semana que comienza va a tener que escuchar algunas otras cosas que no llegaron a sus oídos tras el 20-D, puesto que entonces su esfuerzo negociador fue mínimo. Los partidos perfilan ya sus estrategias para el 'tú a tú' con el aspirante. 

A eso se suma que este mismo martes tendrá que recibir noticias, y no precisamente agradables, desde Bruselas, que prevé poner en marcha el proceso sancionador contra España por incumplimiento con los objetivos de déficit. Ese mismo día, el martes, será el que Rajoy se vea en La Moncloa con los representantes de Coalición Canaria: el presidente de las islas, Fernando Clavijo, y el secretario general del partido, José María Barragán. 

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EL BORRADOR CANARIO

Según explican fuentes de este partido nacionalista, ya se ha preparado un borrador de mínimos para defender ante el líder popular. A saber: se reclamarán cambios en la LOMCE; la recuperación de la negociación colectiva en la legislación laboral vigente; un pacto de Estado para garantizar la sostenibilidad de las pensiones y establecer unos ejes para el nuevo modelo de financiación autonómica que favorezcan a los canarios.

«Además, habrá que recuperar las políticas de Estado con las Islas Canarias, esas que Rajoy conoce tan bien puesto que fue quien las negoció con nosotros cuando le servimos de aval al gobierno de José María Aznar», recuerda la diputada Ana Oramas. Coalición Canaria cree en estos momentos que la investidura de Rajoy queda lejos. Y aunque desde sus filas apuntan que su decisión final dependerá de la voluntad del PP, ahora piensan más en negociar una abstención que un apoyo expreso.

LA DOBLE AGENDA VASCA

Nada se ha dicho desde La Moncloa de que haya habido ya contactos con el PNV, que atesora cinco diputados que los populares no descartan poder sumar a los 137 con los que cuentan. Lo cierto es que la noche electoral, la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, ya se encargó de telefonear al presidente peneuvista, Andoni Ortuzar. Tras las elecciones de diciembre, Rajoy buscó interlocución directa con Iñigo Urkullu (quien por cierto tiene previsto estar este lunes en Madrid, aunque no hay confirmación de que vaya a aprovechar la coyuntura para pasar por La Moncloa). Ni se confirma ni se desmiente si ha vuelto a actuar en estos días de la misma forma. O si lo hará en breve. 

En todo caso, Rajoy no lo tendrá fácil con los nacionalistas vascos. Por su doble agenda: la que apunta que habrá elecciones en Euskadi en otoño, lo que en principio desaconseja a los peneuvistas acercarse al PP. Sin embargo, el PNV no tiene claro a estas alturas que pueda volver a gobernar, dado el empuje de Podemos en su territorio, sin ayuda del PSE. Y hasta pudiera tener que apoyarse en el PP. Por eso nadie se atreve a descartar que pueda caer una abstención negociada en la sede de los populares. Eso si, «a última hora» y por un buen precio. ¿Lo que desde el PNV escuchará Rajoy como reclamo? La otra «agenda vasca», que implica mayores cuotas de autogobierno, compromiso con la gestión del final de ETA y «otra forma» de enfrentarse a la crisis. .

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