Manuela Carmena: "Tranquilos, yo no soy comunista"

La alcaldesa de Madrid se desvincula de cualquier ideología radical para calmar a los empresarios y evita pronunciarse sobre la independencia de Catalunya

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Manuela Carmena huye de la radicalidad y de la confrontación como de la peste. En el escenario con más solera de la capital, el Casino de Madrid, y ante la cúpula de la patronal, la alcaldesa ha desplegado el potencial seductor de su personalidad para subrayar que no, que no le tienen que tener miedo. En un momento en el que el PP se afana por tildar a Podemos de partido "radical", Carmena eleva anclas y se aleja, más que nunca, de ninguna etiqueta ideológica o partidista. "Tranquilos, yo no soy comunista. No lo fui nunca", ha explicado este martes, en una auténtica declaración de intenciones, tratando de justificar que sin bien militó en el PC en sus tiempos universitarios, nunca sintió en las venas una pertenencia ideológica y lo hizo solo como mecanismo de lucha contra el franquismo. Escuchándola, los principales representantes de los empresarios. El presidente de la CEOEJuan Rosell; el del Real Madrid, Florentino Pérez; el del Atlético, Enrique Cerezo; el fundador de Globalia -matriz de Halcón Viajes y Air Europa-, Juan José Hidalgo; y la lideresa de la oposición en el ayuntamiento, Esperanza Aguirre (PP), entre otras personalidades de la flor y nata madrileña.

La alcaldesa de Madrid ha tejido toda su intervención en un evidente desmarcaje de los partidos políticos -a los que augura una próxima desaparición por anquilosamiento-, se ha reivindicado como independiente y ha vuelto a defender que no apoyará a Pablo Iglesias en su campaña a la presidencia del Gobierno. Carmena no quiere que su gestión al frente del consistorio se contamine de ningún color político, a pesar de que parte de sus regidores en Ahora Madrid pertenecen a Podemos.

"Yo soy independiente. No tengo ninguna relación con el partido Podemos", ha clarificado, poniendo toda la distancia posible al apoyo que recibió su candidatura a las municipales. Entonces, la jueza tuvo el sostén explícito de la formación que lidera Iglesias, que acudió a su acto central de campaña y cimentó, en buena medida, los mimbres de respaldo sin los que el equipo de Carmena hubiese tenido complicada su concurrencia a las elecciones. "Me dan mucho miedo las ideologías", afirma la alcaldesa y advierte, en un claro aviso a navegantes: "Es importante que no nos totalicemos".

"NADA QUE ME ALEJE"

Todo el discurso de la alcaldesa al frente de la patronal ha ido dirigido a limar controversias y a mostrar su faceta conciliadora, sin pertenencias excluyentes. Preguntada por Catalunya, Carmena se ha negado a valorar si, como jurista, considera que una declaración unilateral de independencia (DUI) sería legal. "Como soy alcalde de Madrid no quiero decir nada para alejarme de unos y otros", ha admitido. Partidaria de buscar soluciones en lugar de fomentar confrontación, la edil ha criticado duramente el papel polarizador de los medios de comunicación y ha servido a todos los empresarios un argumentario tranquilizador. A saber: en Madrid aumenta la inversión en inmuebles, las grandes obras previstas no han quedado paralizadas -como amenazaba la oposición- sino que el ayuntamiento está buscando las fórmulas más consensuadas de llevarlas a cabo, y en definitiva, "Madrid está latiendo".

La alcaldesa se ha referido con cierto orgullo a las conversaciones mantenidas con Mercadona y con Iberia para fomentar empleo en la capital y se ha comprometido a que la ciudad recupere los niveles de limpieza previos a la crisis -el ayuntamiento está apretando a las empresas y amenaza con remunicipalizar el servicio si no ceden-.

En su fiel estilo desbordante de iniciativas, Manuela Carmena ha propuesto fomentar la comunicación del turismo en Madrid haciendo que los bares impriman servilletas con imágenes de la ciudad, ha enviado a funcionarios en un singular puerta a puerta para sondear la opinión del comercio minorista y, en cambio, ha descartado otras ideas que causaron estupor, como que las madres en el paro limpiasen los colegios de sus hijos.

A los tres meses en el ayuntamiento, Carmena todavía no ha tenido tiempo de poner en marcha buena parte de sus proyectos municipales. Pero, a juzgar por su intervención, por muy coloquial que parezca su cercanía, sí ha empezado a aplicar una estrategia para apaciguar a los que se asustaron creyendo que una roja llegaba al ayuntamiento. No es roja. Es Carmena. Sello propio, dicen los suyos.

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