Madre e hija compraron el revólver con el que asesinaron a Carrasco a un delincuente de fuera de León

"La he matado por cómo trataba a mi hija", ha contado en comisaría la presunta autora de los disparos

MAYKA NAVARRO / León

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Cómo es posible que dos mujeres de vida aparentemente normal, una la esposa de un inspector jefe de la policía nacional y otra, la hija ingeniera de telecomunicaciones, sean capaces de conseguir un revólver del calibre 22 milímetros. Los investigadores consiguieron el martes por la tarde atar esa gran incóngnita del crimen de la dirigente del Partido Popular, Isabel Carrasco. Durante el careo al que las dos mujeres fueron sometidas admitieron su culpabiliad y relataron que compraron el arma a un delincuente común de fuera de León, del que no supieron dar su identidad.

Según los investigadores, esas declaraciones de Montserrat González eran en principio no oficiales porque se habían producido en conversaciones en los calabozos y en los traslados hasta las salas de interrogatorios. La mujer ha reconocido haber sido autora de los disparos contra Isabel Carrasco. ¿Por qué? Porque la consideraba responsable de las desgracias de su hija. "La he matado por cómo ha tratado a mi hija", aseguran fuentes de la investigación que se ha escuchado decir a la mujer.

La investigación sobre el asesinato de la presidenta de la diputación de León y dirigente del Partido Popular, Isabel Carrasco, avanza rápidamente. A muchos investigadores les recuerda la tragedia de Puerto Hurraco pero en contexto urbano, por el odio visceral que las dos detenidas habían alimentado con el paso de los años contra la política asesinada.

El arma

El arma ya ha aparecido. El martes por la noche una agente de la policía municipal de León se acercó a la comisaría de la policía y entregó un bolso negro en cuyo interior estaba el revólver del calibre 22 que se utilizó el lunes por la tarde para acribillar por la espalda a Isabel Carrasco. La agente de la policía municipal, de 41 años, contó que era buena amiga de Montserrat Triana Martínez González, de 35 años, y que debió de ser ella la que el lunes por la tarde, tras el asesinato de Isabel Carrasco, dejara el bolso negro con el revólver en su interior en la parte trasera de su coche que casualmente estaba estacionado en la calle, cerca del lugar del crimen, y con las puertas abiertas. La funcionaria aseguró que hasta ese momento no se dió cuenta de la existencia del bolso y que en cuanto lo encontró y descubrió el arma decidió entregarlo a los investigadores. La mujer quedó en libertad, imputada, ante las dudas policiales sobre su versión.

La confesión

La Policía investiga su posible implicación en el asesinato de Carrasco después de que entregara el arma y asegurara que se la dio una de las detenidas, Montserrat Triana Martínez González, de 35 años, en un sobre poco después de que se cometiera el asesinato el pasado lunes. A la misma hora en que la polícía local entregaba el arma a los investigadores, Montserrat González Fernández accedía a declarar finalmente ante los policías. Fue una declaración breve, en la que la mujer mantuvo la sangre fría y reconoció haber sido la autora material de los cuatro disparos que acabaron con la vida de Isabel Carrasco el lunes por la tarde. La mujer se negó a dar detalles de los hechos. La madre se derrumbó después de que los investigadores observaran por la tarde que la hija, Triana, estaba empezando a perder la firmeza que le había caracterizado en las últimas horas. Los investigadores cambiaron la estrategia con las dos mujeres y rompieron la incomunicación a la que habían sido sometidas las dos mujeres. Triana fue trasladada a la jefatura de la policía de León y los investigadores enfrentaron a madre e hija.

Registro, drogas y munición

Tras ese careo en dependencias policiales, los agentes se volvieron a trasladar al domicilio de Triana, en León, en los números 2 y 4 de la calle de la Cruz Roja y en un registro mucho más minucioso encontraron una segunda arma, del calibre 7,65, que no había sido utilizado en el crimen. Triana guardaba además numerosa munición de diferentes calibres, medio kilo de marihuana y abundante documentación sobre Isabel Carrasco, incluso la dirección de la presidenta del PP en León.

La declaración de Montserrat González también ayudó a los investigadores a entender que el arma utilizada en el crimen fue comprada por una de las dos mujeres a un delincuente común de fuera de León.