EL NUEVO CICLO POLÍTICO

Golpe al tablero, año 1

El bipartidismo lucha por sobrevivir en el primer aniversario de la irrupción de Podemos, que pierde fuelle ante el auge de Ciudadanos

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en un mitin celebrado en Madrid el pasado mes de febrero.

El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en un mitin celebrado en Madrid el pasado mes de febrero. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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Las transformaciones sociales son como las ilusiones ópticas: resultan confusas en la cercanía y se analizan mejor con la distancia de la perspectiva. La noche del 25 de mayo del 2014, ahora hace casi un año, el resultado de las elecciones europeas evidenció una profunda fisura en el régimen del 78 que los partidos tradicionales no supieron ver. Su lectura miope, un cierto negacionismo y la reacción tardía les hizo perder músculo ante un nuevo adversario que llegó con la determinación de "asaltar los cielos" impulsado en la palanca de los indignadosPP y PSOE cometieron el error de minimizar los 5 eurodiputados de Podemos, y los 2 de C's y ningunearon al nuevo jugador aduciendo que los electores habían votado con la víscera pero en casa lo harían con 'seny'.

En el Gobierno este diagnóstico duró hasta pasado el verano, meses en los que colaboradores de Mariano Rajoy se jactaban de no seguir las tertulias de Pablo Iglesias, aunque esos debates televisivos arrastraran audiencias millonarias. El presidente se mantuvo ajeno, encerrado en su círculo y blindado por los muros de la Moncloa hasta que el CIS, en noviembre, auguró el fin del bipartidismo.

Los suyos le recomendaron salir a la calle, mostrar su lado más humano; le explicaron la importancia de colarse en las tertulias, de tener contacto con los periodistas, y le expusieron un plan de reflote que el presidente no llegó a aceptar hasta la primavera. Tras el varapalo en las elecciones andaluzas, Rajoy ha decidido pulsar el botón del pánico para evitar que los nuevos partidos sigan capitalizando el principal motivo de erosión del PP, la corrupción. Aunque espera un correctivo, el 24-M el PP confía en mantener sus feudos y trasladar una imagen de recuperación de fuerzas.

LOS SÍMBOLOS DEL CAMBIO

Esa estrategia popular depende en buena medida de la evolución de Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, que en los comicios europeos solo mostró la punta del iceberg. El crecimiento exponencial de intención de voto a C's en el último trimestre alarma a los populares, que evalúan hacer campaña negativa contra Rivera, y resulta potencialmente lesivo para Podemos. Toda la hipótesis y la línea estratégica del partido lila está construida sin contemplar la irrupción de otro competidor nuevo que también sea capaz de simbolizar el cambio y la lucha contra la corrupción, C's, una fuerza que cuenta con la inestimable bendición del Ibex 35, que, ante la amenaza de radicalidad de Podemos, insufla energía a Rivera.

El partido de Iglesias, revelación aquel 25-M, llega a la campaña de este 24-M desfondado, comprueba hoy con amargura que la felicidad suele ser retrospectiva y que las encuestas que les daban la primera posición en intención de voto se alejan en el horizonte del pasado. Las duras críticas de su dimitido número tres, Juan Carlos Monedero, evidencian las grietas en el partido: la división entre los que creen que si se pierde el ADN se traiciona a las bases, y los que prefieren moderar su discurso para ganar electores. Y para robárselos, sobre todo, al PSOE, puesto que IU ya está fagocitada y UPD casi de funeral.

ÉL VOTO ÚTIL

Los socialistas siguen sumidos en la incertidumbre, pero creen que el aparente descenso de Podemos les puede beneficiar para que se active el voto útil contra el PP. El secretario general, Pedro Sánchez, se debatió durante meses entre azotar al partido de Iglesias o ignorar al adversario, sin que ninguna de las dos estrategias se demostrase efectiva. Si los de Iglesias pierden garra no es porque el PSOE la recupere, sino por las fugas a C's.

Sánchez ha intentado reafirmar un liderazgo cuestionado tras destituir al número uno en Madrid, Tomás Gómez, un episodio que podría ser solo una victoria pírrica. Si el PSOE no logra un buen resultado el 24-M, la figura de Sánchez puede volver a ser enmendada en las primarias de julio y, a estas alturas, es arriesgado elucubrar qué movimientos harían en ese escenario pesos pesados como Susana Díaz, ganadora de las andaluzas.