Geometría variable

Los mejores también fallan

JOAN TAPIA

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Artur Masdisolvió el Parlament con dos años de antelación, pidiendo una mayoría excepcional e indestructible para el viaje a Ítaca. Motivo: la gran manifestación del 11 de septiembre. Resultado: 12 diputados menos, de 62 a 50. Estaba a seis de la mayoría absoluta; ahora, ¡a 18! Y se han ido 90.000 votos cuando solo para mantener la cuota de CiU del 2010 (ha habido un 11% más de votantes) debía ganar más de 168.000. La conclusión es que el más brillante político catalán de los últimos años ha recibido un serio batacazo que compromete su futuro. Ahora tiene menos autoridad moral y fuerza parlamentaria y se enfrenta a una legislatura más complicada.

¿Por qué se ha equivocado tanto? Su trayectoria revela grandes cualidades (preparación, inteligencia y tenacidad) pero también cierta prepotencia ideológica (ese dar a entender que el nacionalismo de CDC es moralmente mejor) que le lleva a simplificar las cosas. Junto a cierta impaciencia y la tendencia a creerse la propia propaganda. Competencia, pero prepotencia. Tenacidad, pero tozudez.

Masfue tenaz y fue ungido heredero deJordi Pujol, lo que no logró Miquel Roca. Hizo también una combativa campaña en el 2003 que -contra pronóstico- le situó por delante dePasqual Maragall(no en votos, pero sí en diputados). Hizo fracasar el primer tripartito pactando conJosé Luis Rodríguez Zapateroel Estatut y abriendo una brecha entre PSC y ERC. Y supo aprovechar la sentencia del Tribunal Constitucional tanto para liquidar al segundo tripartito (ya tocado por méritos propios) como para hacer pedagogía de que la vía estatutaria estaba muerta y se abría la «transición nacional». Y todo ello con una meritoria imagen de moderación y el aplauso de muchos medios de comunicación. Ya en la Generalitat, ha aplicado una política económica que, en lo esencial, es inevitable. La misma deZapatero(desde el 2010) y deRajoy. Y la ha sabido explicar mejor.

Pero no entendió (prepotencia nacionalista) que en el 2003 (tras 23 años) la alternancia era higiene democrática. Ni que en el 2006Zapaterono se podría imponer aMontilla en su política de alianzas. Se creyó su propia propaganda de que el PSC era un muñeco del PSOE.

Y en el 2012 la falta de mayoría absoluta le impacientó. Tuvo que pactar la investidura con el PSC y los presupuestos, con la termitaAlicia Sánchez-Camacho. Y mimar a la militancia no dejando a ERC la exclusiva del independentismo. Además, e el presupuesto del 2013 era una pesadilla. Solo lo podía aprobar con el PPC y los recortes iban a machacarle. El atajo podía ser la insumisión ante Madrid. Hacer propio elclamdel 11 de septiembre y sacar mayoría absoluta siendo al mismo tiempo el partido del orden y el de la «plenitud nacional», con las espaldas mediáticas cubiertas.

Pero olvidó que cuando un moderado se rebela alienta la radicalización de parte de la sociedad y asusta a otra (el área metropolitana y Barcelona). Y que las crisis propician el castigo a los partidos de gobierno (CiU ha perdido 12 diputados y el PSC, 8, mientras los otros suben).

AhoraMaslo tiene enmarañado. Algunos dicen que se ha suicidado. Debe leer lo queDavid Tuckettle dice aLluís Amiguet: «Llíderes y seguidores pueden acabar creyéndose sus propias fantasías y se ciegan... Los grandes líderes son los que saben disculpar sus errores con una nueva narrativa».