UNA ACTIVIDAD CON ESCASO CONTROL

Lobis en el pelotón de cola

Ocasión desaprovechada 8 Imagen de la ponencia del Congreso encargada de la ley de transparencia.

Ocasión desaprovechada 8 Imagen de la ponencia del Congreso encargada de la ley de transparencia.

IOLANDA MÀRMOL
MADRID

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Suspenden por opacos. Y son opacos porque no tienen forma de no serlo. Esa es la paradoja que lleva a los lobis españoles a suspender estrepitosamente en un estudio elaborado por Transparencia Internacional, que se presentará en Madrid a finales de septiembre, según han confirmado a EL PERIÓDICO fuentes de la organización. Los responsables del estudio reconocen que, aunque faltan por ultimar detalles, los datos ya están recogidos y el informe situará al lobi en España en el pelotón de cola de los 16 países europeos analizados.

El suspenso no sorprende a nadie y mucho menos al sector, que pide a gritos desde hace siete años una regulación para ser transparente. «Sí, es cierto. La conclusión fundamental es que España está muy atrasada. Es necesario que se regule y se establezcan las reglas del juego, que haya un registro de lobistas y que no exista información oculta», admite Jesús Lizcano, presidente de Transparencia Internacional España. El estudio Lifting the lid on lobbying (levantando el velo al lobi) hace un balance general y se desglosa en media docena de sectores en los que se ejerce esta actividad, como el ámbito farmacéutico, banca, telecomunicaciones yo defensa. España suspende en casi todos los apartados, según confirman los investigadores.

«No tengo duda, España va a salir fatal. ¿Qué quieres? Si no hay regulación no hay transparencia», coincide María Rosa Rotondo, presidenta de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI), que lleva siete años pidiendo una normativa. Exigen que haya un registro de lobistas en el Congreso de los Diputados en el que cada profesional indique a quién representa, con qué diputado se reúne y qué ha ido a explicarle. Además, quieren que los lobistas firmen un código de conducta ético. En posturas maximalistas, aspiran también a que ese mismo control existiese también en el Ejecutivo, es decir, en la Moncloa. «Ojalá este palo sirva de estímulo y nos regulen de una vez», espera Rotondo.

Aunque el Gobierno se ha comprometido a legislar sobre los lobis en varias ocasiones, desestimó finalmente hacerlo en el marco de la ley de la transparencia. Fue un jarro de agua fría para los lobistas, que han de esperar a lo que decida la Comisión de Reglamento del Congreso, que tiene tal cantidad de asuntos pendientes de regular que nadie ve factible que se apruebe antes del fin de la legislatura.

Leyenda negra

Decía John Fitzgerald Kennedy que los lobistas eran personas que le permitían comprender en 10 minutos los problemas que sus asesores tardaban tres días en explicarle. El sector tiene una larga tradición y legitimidad en el mundo anglosajón, pero en España los gabinetes de asuntos públicos vienen cargando con la leyenda negra de hombres con traje negro que compran voluntades políticas desde que las influencias se ejercían en las cacerías del conde de Romanones. La situación contrasta con otros países. En el Parlamento Europeo el registro de lobistas es voluntario y están inscritos 5.000 profesionales; en Washington, cerca de 13.000. En España, el sector estima que podrían ser alrededor de 500.

La primera institución que levantará el velo a los lobistas será el Parlament, a través de la ley catalana de transparencia, todavía en trámite, que prevé crear un registro en el que quede constancia de sus actividades, sus clientes y las percepciones económicas que reciben. «No está madurado aún cómo lo van a impulsar. Si no lo dotan de recursos económicos y humanos puede acabar siendo un quiero y no puedo», puntualiza el lobista Miguel Ferrer. A los profesionales catalanes les preocupa que se pretenda establecer una excepción para los juristas, que no estarían obligados a registrarse como lobistas. «Lo que se cita como profesionales del derecho puede acabar siendo un coladero, porque hay muchos abogados que, en realidad, se dedican al lobi», sentencia Ferrer. En otras palabras, sería como levantar el velo al lobi oficial y permitir otro en la sombra.