¡A las seudournas!

XAVIER BRU DE SALA

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Lo de la seudoconsulta se parece cada vez más a una representación escrita por un guionista muy profesional, experto en giros que despiertan el interés del público y conducen hacia un clímax tan emocionando como en el cine y el teatro pero tan poco real como los del cine o el teatro. Cuando acabe la función, el día siguiente al 9-N, todos a casita. Faltan ocho días para el desenlace y aún no sabemos si el protagonista de esta obra saldrá a escena. ¿Tendremos seudournas?

Artur Mas, el actor principal, está entre la espada de Mariano Rajoy y la pared de las urnas. Algunos se lo imaginan con una falsa calavera en la mano, como la que llevaba Hamlet. Seudournas o no seudournas? División de opiniones. «Si no pone las urnas, es un cadáver político», piensa una parte del público, con el ánimo en vilo. «Si pone las urnas, ha cavado su propia tumba», cuchichean otros. «Más le valdría la prisión que pasar por traidor», calculan los más imaginativos. ¿Quién lleva razón?

No exageremos. No estamos ante la obra real, sino que asistimos a un ensayo. Así que no hay para tanto. Las urnas de Mas son de cartón, puro atrezo. La espada flamígera de Rajoy, por reluciente que parezca bajo el reflejo de los focos, es de plástico y está pintada con purpurina. Entre los unos y los otros van convirtiendo el 9-N en una performance. La fiesta, donde los maestros y los alumnos de cada aula y nivel presentan su función en el patio, no es de final sino de principio de curso. En consecuencia, hay que recordar a los poseedores de ánimos propensos a la taquicardia independentista, o a la de signo contrario, que se trata tan solo de preparativos. Preparativos muy importantes, tanto como a cada cual le parezca. Pero por muy concernidos que nos sintamos por estas urnas o muy indignados por la nueva prohibición, la función de verdad aún no ha empezado.

¿Y cuándo empezará? Naturalmente, el día que Mas disuelva el Parlament y los independentistas inicien el asalto a las urnas, las de verdad. La principal utilidad de lo que ocurre estos días consiste en prepararse para cuando lleguen las urnas válidas. ¿Habrá que esperar mucho? Depende de la intensidad emocional y de la escalada de lo que deberíamos llamar seudotensión de la seudoconsulta. La Generalitat lo ha preparado todo hasta el último detalle con la intención de practicar la seudodesobediencia ante la contingencia, prevista desde el primer minuto, de que el Tribunal Constitucional dicte una seudoprohibición. Previsiblemente, ni las fuerzas de orden público intervendrán para hacerla efectiva ni los voluntarios se jiñarán ante la amenaza de sanciones.

A diferencia del resto de urnas, no contará el resultado. Igual que en las anteriores manifestaciones independentistas, lo relevante será el número de participantes.